Anagrafías
sobre Winston Morales Chavarro
Ana Bertha López
Hay personas que te caen
bien aún sin conocerlas personalmente y es muy grato cuando ese “caerse” bien
se confirma cuando miras a los ojos de esa persona; ese fue el caso con Winston
Morales Chavarro. Supe de él por nuestro dilecto y mutuo Juan Pomponio, quien
me contó que, a su paso por Colombia, Winston se había portado muy bien con él,
de alguna manera nos pusimos en contacto y nos escribimos un par de veces. Lo
cierto fue que estuvo presente en el XV Encuentro Binacional de Escritores de
Colombia y Venezuela, que se celebró en noviembre de 2007 en la ciudad de San
Cristóbal. No sé por qué extraña razón mi mente había decidido que Winston
sería un amable señor de alguna cierta edad; y resultó que no. Me encontré con
un joven hombre que no llega a los cuarenta años, agradable, alegre y muy
atractivo, de hecho unas cuantas féminas asistentes al evento lo comentaron. Un
genuino representante del signo zodiacal regente el día de su nacimiento veinte
de enero o sea, acuario: generoso, amigo, sensible, creativo, complicado,
sencillo; uno y muchos al mismo tiempo. Al leer sus respuestas al cuestionario
no me quedaron dudas, fueron respuestas breves, concisas, muchas llenas de
romanticismo. “No tengo ratos libres, todos los días respiro y muevo los
brazos”.
Para Winston todo es motivo
de inspiración, incluso la falta de motivos es un nutriente para escribir. En
su vida todo está relacionado con y por la poesía, la literatura: “No las
desvinculo, más bien hallo correspondencias. La vida y el trabajo, desde la
perspectiva literaria, necesariamente convergen, se vuelven una sola. La vida
es literatura, no hay nada más revelador que ella, y el trabajo debe
alimentarse de lo que la vida traza a través de la realidad, la suprarrealidad,
la ficción y la no ficción, que en últimas se enlazan, se mezclan, se cruzan”.
Por ello sus planes a corto, mediano y largo plazo son: “Escribir y escribir.
Respirar. Amar y volver a escribir. No creo en los plazos, creo en los
instantes, en la simultaneidad, en el retorno, en la vida a partir de la
memoria. La vida hacia atrás, marcada por revelaciones de tipo onírico”.
En sus ojos hay un hermoso
brillo que habla de amor a la vida, al hecho de vivir; una satisfacción de ser
quien es y como es, un brillo que tal vez sea lo que lo vuelve más encantador.
No se describe ni autodefine, para ello: “A través de mis libros. Mis poemas
son el mejor espejo de lo que soy, incluso de lo que no”. Un hombre sensual y
amoroso; lo primero queda al descubierto cuando leemos esta afirmación: “Al
cuerpo de la mujer de cuya vida nunca he partido”, al responder cuál es el
lugar al que quiere regresar; aunque ésta es una respuesta de doble filo pues
puede leerse como la respuesta del hombre sensual que habla de una mujer-amante
que ha habido en su vida, pero también puede ser la del hijo que anhela volver
a la seguridad del vientre de la madre que es la mujer de cuya vida jamás
partirá. Lo amoroso lo entendemos al leer su descripción del amor: “El amor es
plenitud. Cuando amas, te conectas con el absoluto, hablas con las cosas
mudas”. Y las dos definiciones se patentizan en su filosofía de vida: “El
hombre tiene la edad de todas las mujeres. En ellas está la perpetuidad, la
simultaneidad, el retorno”.
Winston Morales Chavarro Le
preguntamos qué hace actualmente y su respuesta tal vez sea demasiado realista:
“Trato de sobrevivir a las incoherencias colectivas e individuales. Trato de
sobrevivir a la hecatombe nacional, a las rupturas que sufren a diario la
tolerancia, la intimidad, el abrazo, el amor. Observo, me alimento, pero muchas
veces ese alimento flagela, lastima, hace mella. Escribo, y la literatura en
cierta forma libera, salva, cura. A través de ella hay catarsis, sin embargo,
¿cuándo y cuál la catarsis para el mundo?”. Y como la literatura es su vida, su
mundo, le preguntamos si cree que la poesía está en crisis y nos contestó: “La
crisis tiene poesía todo el tiempo. La poesía es suprahumana, los de la crisis
somos los hombres”. Para él la poesía no sabe de élites, no tiene
demarcaciones, limitaciones, clasificaciones. Decir que la poesía es de una
élite es un despropósito de clases. El género no existe en la literatura. Opina
que la musa llega y luego fabrica.
Un hombre que dice que la
música vibra en él, de hecho de tener otra profesión dice: “Músico. Me hubiese
encantado ser músico. De hecho, tuve un grupo de rock a finales de los 80’s.
También hice radio, radio y televisión local. Me gustaría cantar las canciones
de Joao Gilberto, los temas de Tom Jobim. Uno de mis proyectos es abrazar a
Joao Gilberto antes de que este grande de la canción se aleje para siempre del
Corcovado”. Y para completar agrega: “Híjole. La pregunta correcta sería, ¿qué
música no te gusta? En orden de jerarquía me gustan el jazz, el blues, la bossa
nova, el rock, el metal, la música alternativa. También disfruto de Manu Chao,
a quien no puedo clasificar en ningún genero, y a otros grupos muy
contemporáneos”.
Al hablar de Dios comenta
que más que decir qué opina él de Dios le gustaría saber qué piensa Dios de él.
En cuanto a su aspecto místico, la respuesta fue más parca: “Silencio,
silencio, silencio. El poeta no habla”.
Como ya dijimos, todo en su
vida se relaciona con la literatura, por eso no extraña para nada la
descripción que de su familia hace: “Mi familia es un libro al que todos los
días le salen más hojas y cuyo contenido es indescifrable”. Para Winston una
grata anécdota es: “Mi encuentro con la literatura, sobre todo con la poesía”.
Y un dolor: “El abandono de la escritura”. De su infancia dice: “Fui muy
inmaduro. Mi infancia fue muy infantil. Todavía me cuesta madurar. La adultez
me parece muy aburrida”. Será por ese aburrimiento que afirma: “Quisiera
quedarme toda la vida en los 50. Tengo 45 y de allí no quiero pasar”.
De su cuerpo le gustan las
manos y la espalda, aunque reconoce en el escritor un pequeño Narciso. Para él
la vida, los seres humanos y los sentimientos son todo un mosaico, nada está
desprendido. Existe una correspondencia entre todos los anteriores. Y él mismo
es un mosaico de ideas, vivencias, sentimientos, gustos: “Me encantan los
camarones, la comida china, el tamal huilense y la paella. Como ves, soy
bastante heterogéneo en asuntos de estómago”. O al hablar de sus pintores
favoritos: “Van Gogh, también Modigliani”. Un hombre complejamente sencillo...
o sencillamente complejo. Un ser humano contento de vivir, de sentir, de
respirar, de ser, que a la distancia se le nota ese gusto, esa contentura por
la vida. Un poeta, un ser que escribe porque está vivo y siente la vida.