Entre dos aguas,
En ríos de piedra y viejos cristales
Busco tu cuerpo Aretusa,
Tu carta natal -esquina última-
Los tibios maderos de tu obstinación,
La lluvia de enzimas de tu cabellera de
polen.
Entre bosques de perturbaciones,
En medio de flores selváticas
Busco –como un león Marino en el azul
de la tarde-
Tu cintura de dulces presagios,
Tus hombros desnudos,
La huella ligera de tu pie de ciruelo.
Entre dos efusiones,
En medio de cañaverales y mirlos
lascivos
Busco el abanico de tus senos orlados,
La sonrisa vertical de tus piernas de
diosa.
Entre dos fuegos,
En ríos de caracoles y besos balsámicos
Busco tu boca Aretusa
La tibia palabra que me condena y
sujeta,
Las bóvedas implacables de tus paraísos
perdidos.