miércoles, 27 de junio de 2012

HUNAB KÚ


XXVIII




Él es el innombrable,

El nefando.

Le llaman Hunab Kú (Dios uno).

Él es el hombre de los sesenta rostros,

El varón que habita el fin o la curva.

Le frecuento desde la noche de mi quinqué,

Desde su origen como padre de las abejas.

“Aquí nació Hunab Kú”

-revela en la inscripción la hoja de los orillos-.

“nació pero no yace”

objetan las voces de un coro de ciegos.

¿No era éste el hereje?

¿No era éste el indeterminado, el de las artes adivinatorias,

Amante de la estrella roja?

Aquí yace Hunab Kú;

Han quedado sus adjetivos en los objetos,

Su voz de perdigón herido

En los quebrantos de los creadores y formadores

El polvo de proyección en el área de Rogitama.

Los Hermanos de Paxil y Cayalá celebran su viaje,

Saben de su retorno por Tenochtitlan,

De su regreso a la esencia de las cosas,

Del matrimonio del hombre con la tierra negra

Con la Estrella en las Piedras de Schuaima.

Él es el hombre del fin o la curva

El adepto del gran magisterio,

padre de Macuil Xochitl

hijo de la nueva eucaristía.

Su voz se fortalece a través de los cristales,

Resuena en el fuego sobrenatural de la chispa divina.

Aquí yace el poseso,

-dicen en coro los viandantes del éter-

Yace pero sin embargo se levanta.

Lo vemos trasegar por la superciencia del HOMBRE

Por la alegoría insoportable de la caverna.