XXII
PAN
Sírinx, Sírinx!
Me llega tu nombre a través del Valle y
las quebradas.
Hay en ti un rumor de bosque,
De íbice y flauta carriza
Que yo,
Dios de los pastores y de las cabras,
No logro descifrar.
¿Qué es esa música secreta que viene de
tus entrañas,
De la mata de polen de tus labios de
estrella?
Jamás mis sentidos percibieron tal
concordancia
Tanta correspondencia en un solo
organismo.
¿Dónde ese equilibrio de fémina
flotante,
Esa hilera de musgos en tus pechos de
árbol?
La fertilidad tiene su propio paraíso
Y la mía
Comienza en tus muslos caldeados;
En los abrazos proveídos detrás del
fuego y el río.
Sírinx!
¿No escuchas mi canto?
¿No te enternece el hilo de agua que
baja de mis rodillas?:
Es el canto del que me ha provisto
Natura
La música dada por Apolo para resumirme
en tu boca.
No ves cómo me crispa tu aliento,
Tu cabello imposible,
Tus pantorrillas de loba?
Sírinx, Sírinx!
Abajo los frenos, las poleas, las rosas
Que caiga tu pelo en mi pelo
Tu espalda en mi espalda,
Tu pecho en mis manos
Que a los dos nos aguarda
Una serenata de velas y oleajes
marinos,
Un rumor de piedra y acantilado.