martes, 21 de febrero de 2012

GUCUMATZ



 
VIII               






En la octava casa lunar,

Donde riela la luz del último eclipse,

Se levanta de su ciclo solar

Gucumatz, La Serpiente-pájaro.

Como tirado por el más pequeño de los rayos

Gucumatz, hijo del viento,

queda impreso en la roca,

Sobrevuela las inmediaciones de los cultivos

La curva vertiginosa de los espejos.

Este viajante de arabescos en el rostro,

De inscripciones y notables escrituras en sus manos,

Conoce la conmoción de los planetas,

Los holocaustos futuros de las montañas.

En la octava casa del aguador

En torno al fulgor de la sangre derramada

En medio de pequeñas esferas,

De cuarzos y terracotas flotantes

Gime y se levanta su esposa.

Río arriba de lo que yace en la muerte

-Entre el meso-aire inextricable de las sombras-

Se encuentran las oquedades del cosmos,

El símbolo fausto de los martillos,

Los brazos inertes de las espadas.

Allí las otras inscripciones;

El retorno de los paladines,

De las flechas,

De la luz desnuda;

Allí los otros arabescos:

La franja larga del inconexo génesis,

La caverna angosta de las profecías,

El vórtice ininteligible de las columnas.














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