domingo, 7 de abril de 2013

MOLOCH




XXX

LA VISIÓN DE MOLOCH





¡Desgracia a los habitantes de la Tierra!

Arremetió el maligno del infierno

Mientras veíamos discurrir

Las hondas guerras del desierto

Por los pasajes de la arena

Y sus cóleras inflamadas.



¡Desgracia! ¡Desgracia!

Los pájaros de fuego

-Encorvados por la cabellera elástica del cosmos-

surcaban los laberintos electromagnéticos del éter

y soltaban por doquier

su huevo de ira y uva venenosa

desvertebrando como un soplo

el país de los cedros y los pinos.

Por entre los montes de Armenia y el Golfo Pérsico

-En donde alguna vez se situó el paraíso-

vaga ahora, desde la época de las lunas crecientes,

el hijo de la noche.

Bañado por el Tigris, el Eufrates, el Nilo  y el Pisón


-Revestido como lo que fue, antes de la rebelión y la caída-

el maligno del infierno

se pasea con sus tentáculos de muerte,

con sus hiedras vengativas y siniestras

destruyendo todo lo que aventure por el mundo.


¡Desgracia a los habitantes de esta Terra!

Vocifera con la fuerza de los acantilados

Y las voces enhiestas de las rocas.



Una cohorte de fantasmas

Le secundan en el canto,

Un séquito de hombres

Le tributan con aceites.


Desde Aurán  hasta California ,

Desde las torres reales de la gran Seleucia

hasta las bocas cerradas del Mississippi

se pasea el maligno del infierno

por las llanuras volátiles de Proserpina.


Sus principados y potestades

Se doblegan como ramas

Al paso majestuoso de los falsos evangelios.



Sus columnas de humo y fuego

Continúan tatuándose en la tierra

Como una señal de insólitos presagios
Mientras la noche se retuerce

Al florecer del hongo radioactivo

Y el hombre

Evocando la memoria de la Sodoma de los moabitas

Queda prendido al viento

Como la estatua del Apocalipsis,

La torre de sal de los últimos sepulcros.