domingo, 25 de agosto de 2013

SÍSIFO




XVI

SÍSIFO

 




 En el entusiasmo de la noche

Sobresale una autopista que es la que recorro ahora

Y se configura diariamente en la palma abierta de mi cuerpo.

Mi mundo comienza en esta calle,

En estos corredores que marco con las manos

Y cuya boca se sorprende con el vértice de un labio y una arteria virgen.

Siempre el mismo recorrido,

La analogía (montañosa) de un cuerpo accidentado:

los mismos senos, el mismo dorso,

el mismo pubis;

Es un ir y venir determinado por los signos

Y que, no obstante,

complace hasta el tuétano las proporciones de sus oráculos.

¿Qué Daimon es el garante de tal gozo?   


Mi mundo comienza y termina en esta carretera;

Marco con las falanges de mis dedos

-centímetro a centímetro-

la autopista de una espalda intolerante a la aridez.

Voy y vuelvo como la muerte,

Como las obscuras puertas de Tebas o de Argos,

Sobre ciertos caracteres que sólo pertenecen a mi boca.

Las grafías de esa misma boca

Ella las conoce como Proserpina el reino de Plutón.

Voy y vuelvo como la noche,


Me sumerjo en el mismo recorrido,

En la misma vía,

en ciertos atajos que sólo mis manos anticipan.

Bajo algunas calzadas esbozadas por el laberinto

recuerdo el mito que me corresponde

-el mismo sexo, la misma alforja, el mismo ombligo-

y me siento a esperar a que pase el mundo

pues según mis arcanos y relojes

mi Odisea comienza en el ángulo de su vientre abierto

y termina en los recodos trifurcados de su amor.