lunes, 17 de febrero de 2014

ANAGRAFÍAS-WINSTON MORALES CHAVARRO



Anagrafías sobre Winston Morales Chavarro
Ana Bertha López


Hay personas que te caen bien aún sin conocerlas personalmente y es muy grato cuando ese “caerse” bien se confirma cuando miras a los ojos de esa persona; ese fue el caso con Winston Morales Chavarro. Supe de él por nuestro dilecto y mutuo Juan Pomponio, quien me contó que, a su paso por Colombia, Winston se había portado muy bien con él, de alguna manera nos pusimos en contacto y nos escribimos un par de veces. Lo cierto fue que estuvo presente en el XV Encuentro Binacional de Escritores de Colombia y Venezuela, que se celebró en noviembre de 2007 en la ciudad de San Cristóbal. No sé por qué extraña razón mi mente había decidido que Winston sería un amable señor de alguna cierta edad; y resultó que no. Me encontré con un joven hombre que no llega a los cuarenta años, agradable, alegre y muy atractivo, de hecho unas cuantas féminas asistentes al evento lo comentaron. Un genuino representante del signo zodiacal regente el día de su nacimiento veinte de enero o sea, acuario: generoso, amigo, sensible, creativo, complicado, sencillo; uno y muchos al mismo tiempo. Al leer sus respuestas al cuestionario no me quedaron dudas, fueron respuestas breves, concisas, muchas llenas de romanticismo. “No tengo ratos libres, todos los días respiro y muevo los brazos”.

Para Winston todo es motivo de inspiración, incluso la falta de motivos es un nutriente para escribir. En su vida todo está relacionado con y por la poesía, la literatura: “No las desvinculo, más bien hallo correspondencias. La vida y el trabajo, desde la perspectiva literaria, necesariamente convergen, se vuelven una sola. La vida es literatura, no hay nada más revelador que ella, y el trabajo debe alimentarse de lo que la vida traza a través de la realidad, la suprarrealidad, la ficción y la no ficción, que en últimas se enlazan, se mezclan, se cruzan”. Por ello sus planes a corto, mediano y largo plazo son: “Escribir y escribir. Respirar. Amar y volver a escribir. No creo en los plazos, creo en los instantes, en la simultaneidad, en el retorno, en la vida a partir de la memoria. La vida hacia atrás, marcada por revelaciones de tipo onírico”.

En sus ojos hay un hermoso brillo que habla de amor a la vida, al hecho de vivir; una satisfacción de ser quien es y como es, un brillo que tal vez sea lo que lo vuelve más encantador. No se describe ni autodefine, para ello: “A través de mis libros. Mis poemas son el mejor espejo de lo que soy, incluso de lo que no”. Un hombre sensual y amoroso; lo primero queda al descubierto cuando leemos esta afirmación: “Al cuerpo de la mujer de cuya vida nunca he partido”, al responder cuál es el lugar al que quiere regresar; aunque ésta es una respuesta de doble filo pues puede leerse como la respuesta del hombre sensual que habla de una mujer-amante que ha habido en su vida, pero también puede ser la del hijo que anhela volver a la seguridad del vientre de la madre que es la mujer de cuya vida jamás partirá. Lo amoroso lo entendemos al leer su descripción del amor: “El amor es plenitud. Cuando amas, te conectas con el absoluto, hablas con las cosas mudas”. Y las dos definiciones se patentizan en su filosofía de vida: “El hombre tiene la edad de todas las mujeres. En ellas está la perpetuidad, la simultaneidad, el retorno”.

Winston Morales Chavarro Le preguntamos qué hace actualmente y su respuesta tal vez sea demasiado realista: “Trato de sobrevivir a las incoherencias colectivas e individuales. Trato de sobrevivir a la hecatombe nacional, a las rupturas que sufren a diario la tolerancia, la intimidad, el abrazo, el amor. Observo, me alimento, pero muchas veces ese alimento flagela, lastima, hace mella. Escribo, y la literatura en cierta forma libera, salva, cura. A través de ella hay catarsis, sin embargo, ¿cuándo y cuál la catarsis para el mundo?”. Y como la literatura es su vida, su mundo, le preguntamos si cree que la poesía está en crisis y nos contestó: “La crisis tiene poesía todo el tiempo. La poesía es suprahumana, los de la crisis somos los hombres”. Para él la poesía no sabe de élites, no tiene demarcaciones, limitaciones, clasificaciones. Decir que la poesía es de una élite es un despropósito de clases. El género no existe en la literatura. Opina que la musa llega y luego fabrica.

Un hombre que dice que la música vibra en él, de hecho de tener otra profesión dice: “Músico. Me hubiese encantado ser músico. De hecho, tuve un grupo de rock a finales de los 80’s. También hice radio, radio y televisión local. Me gustaría cantar las canciones de Joao Gilberto, los temas de Tom Jobim. Uno de mis proyectos es abrazar a Joao Gilberto antes de que este grande de la canción se aleje para siempre del Corcovado”. Y para completar agrega: “Híjole. La pregunta correcta sería, ¿qué música no te gusta? En orden de jerarquía me gustan el jazz, el blues, la bossa nova, el rock, el metal, la música alternativa. También disfruto de Manu Chao, a quien no puedo clasificar en ningún genero, y a otros grupos muy contemporáneos”.

Al hablar de Dios comenta que más que decir qué opina él de Dios le gustaría saber qué piensa Dios de él. En cuanto a su aspecto místico, la respuesta fue más parca: “Silencio, silencio, silencio. El poeta no habla”.

Como ya dijimos, todo en su vida se relaciona con la literatura, por eso no extraña para nada la descripción que de su familia hace: “Mi familia es un libro al que todos los días le salen más hojas y cuyo contenido es indescifrable”. Para Winston una grata anécdota es: “Mi encuentro con la literatura, sobre todo con la poesía”. Y un dolor: “El abandono de la escritura”. De su infancia dice: “Fui muy inmaduro. Mi infancia fue muy infantil. Todavía me cuesta madurar. La adultez me parece muy aburrida”. Será por ese aburrimiento que afirma: “Quisiera quedarme toda la vida en los 50. Tengo 45 y de allí no quiero pasar”.

De su cuerpo le gustan las manos y la espalda, aunque reconoce en el escritor un pequeño Narciso. Para él la vida, los seres humanos y los sentimientos son todo un mosaico, nada está desprendido. Existe una correspondencia entre todos los anteriores. Y él mismo es un mosaico de ideas, vivencias, sentimientos, gustos: “Me encantan los camarones, la comida china, el tamal huilense y la paella. Como ves, soy bastante heterogéneo en asuntos de estómago”. O al hablar de sus pintores favoritos: “Van Gogh, también Modigliani”. Un hombre complejamente sencillo... o sencillamente complejo. Un ser humano contento de vivir, de sentir, de respirar, de ser, que a la distancia se le nota ese gusto, esa contentura por la vida. Un poeta, un ser que escribe porque está vivo y siente la vida.

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