XXIX
BEELZEBUB DE PALESTINA
Sí, tú eres aquél
Príncipe de los infiernos
Noble ángel de los desterrados
Descifrador de paradigmas escritos en las
noches
Y multiplicador de diluvios sobre las hogueras
de la muerte.
Sí, tú eres aquél
Pero cuánto distas de ser
El de aureola destellante,
Cuánto distas de la luz
A pesar de sobrecogerte en otra luz
Y cuánto de la oscuridad
A pesar de instruirte en otra oscuridad.
Sí, tú eres aquél
Ángel o demonio
El que ahora se pasea por los intrincados
laberintos
Miles de servidores ahora te coronan
Se deslizan por la orilla del vasto funeral
Sobre una muerte serena que te sobrecoge;
Una muerte que se ensancha
Como la curva, como los ángulos.
Sí, tú eres aquél
El del paraíso perdido y nunca recobrado
-sobran fuerzas paro no recobrarlo-
Tu delicia recae sobre el silencio que viene
Sobre la sabiduría humilde que centellea en la
noche:
Pensamiento que se dibuja como una barca
En el océano de los afligidos.
Sí, tú eres aquél
-Gozas con este distintivo-
una estrella de hojas
reposa en tu frente de hiedra quemada
y vagas por el mundo
igual que otro iluminado
restituyendo el camino para los menos doctos
y provocando, a partir de tu imagen
alucinante,
la animadversión a las olas ardientes de tu
precipicio ,
a la tierra despreciable de los infiernos.