domingo, 17 de marzo de 2013

EL APOCALIPSIS DE DAVID





XXVII

EL APOCALIPSIS DE DAVID




  
  
Ahí viene el hombre distante de la horda

Dando gritos despavoridos por la muerte.

Ahí viene el pequeño saltamontes de la tierra

Con su piedra, con su honda, con su diminuta espada.

Ahí viene el enano del desierto

Destruyendo todo lo que se aventure en su camino.

Ni Hércules, ni Sansón, ni Atila

Se asemejan a este pequeño devorador de hombres,

A este ciego de la tarde

Que ha destruido con su piedra

Al gigante Goliat

En las orillas del crepúsculo y las colinas que rodean a la muerte.

Ahí viene David,

Cabalgando sobre un centauro de hojas secas.

En el ánfora de su cabalgadura

Viene la cabeza de Goliat, la quijada de Caín,

El cayado de Moisés, los cabellos de Sansón.

Ahí viene el hombre distante de la horda

Dando tumbos por los recovecos del desierto.

A una señal suya las ciudades caen como naipes,

A una señal suya se viene exterminando la música del río,

A una palabra suya se aciegan los cantos del árbol

y la exclusión de las quebradas.

Ahí viene el hijo de la piedra

Lanzando chispas por los viejos campanarios

Viene el hijo de la honda

Descifrando en el reflejo del espejo

Las impresiones de la lluvia

Y el expresionismo de los murciélagos del cosmos.

Ahí viene el hombre distante de la horda

Buscando a Betsabé para cerrar con ella

El pacto del último Apocalipsis,

Buscando cerrar con ella

La última oportunidad del Hommo Sapiens

Sobre los confines de la tierra.









1 comentario:

Marina dijo...

esta muy bueno Winston