XXIII
EROS
Porque se mata lo que se ama
Has suprimido mi rostro,
Mi efigie,
Mi portentosa figura,
Y has disgregado mi aspecto
En lo que tú quieres que yo sea.
Porque se mata lo que se ama
Has quebrantado mi ofrenda,
Desdibujado mis plantas;
Marcado el camino
Que debo procurar en favor de tu beso,
Y has extirpado mi muerte, mi carcaj y
mis flechas
Con tal de desleírme en tus bordes,
Volverme corriente de tu corriente,
Rumor de tu sexo,
Fragor de tus ríos.
Porque se mata lo que se ama
-dices-
Porque se niega todo lo que el amante
desea
Se le prohíbe una belleza más allá de
la nuestra
Se le procura un cuerpo que signifique
su estadio.
Yo,
Daimon intermedio entre lo blanco y lo
oscuro
La luz y sus sombras;
El más sublime y hermoso de todos,
El más cantado de El Banquete y otras
apologías;
Debo sustraerme ante la belleza sinuosa
de tus caderas,
Sobrevivirte a pesar de mi muerte,
Reconciliarte a pesar de la vida.
Porque se mata lo que se ama
-dices-
Porque se niega al amado lo que busca y
precisa,
Es que yo ando con esta nostalgia de
cielo y de estrella
Perdido en tu beso,
Clavado en tu piedra,
Afilado en tu espada.
Porque se ama lo que se mata
-digo-.