lunes, 11 de noviembre de 2013

HERMAFRODITA



XXV

HERMAFRODITA

 






De ahora en adelante estaremos condenados a ser uno solo

A cargar con el mismo cuerpo 

-el yerro de nuestras culpas-

A ser el mismo sueño,

El firmamento delineado por idénticas manos.


Y tu cabello será mi cabello

Tu boca mi boca,

La oscuridad de tus ojos mis ojos.

Y tus piernas el camino,

El maravilloso vía-crucis al calvario de mi alimento.

Y tu cuerpo será mi santuario,

El mío tu sinagoga,

Tu abadía,

El lugar donde nos abriguemos de los de afuera,

Donde nos cuidemos de la fruición

De la Guerra de Troya.

Tus muslos serán mis muslos,

Tus labios los dictadores de lo que bese,

Tus pies,

Tus minúsculos pies de mandrágora y uva,

Los cancerberos donde resida el Vellocino y la flauta.


Y tu muerte será mi muerte

Tu moneda mi calderilla,

Tus pechos el lugar donde elabore mi canje.

De ahora en adelante estaremos condenados a ser uno solo,

A fundirnos como el acero, a terciarnos como la espada;

Clavados, disueltos, resumidos

En lo que parece el espejo y su sombra

El laberinto de lo que confluye y rescinda.





















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