jueves, 15 de marzo de 2012

KOHUNLICH


XV


En el umbral de los años apocalípticos

El flujo de Kohunlich

Destilará su embrión de búho milenario

Para redimir de la luz

Y ahondar en el ser

La daga de las nuevas memorias.

El hombre se levantará de los escombros

Como ave Fénix del sueño;

Restableciendo el lenguaje de las esferas,

Socavando como un túnel

El límite a la vida,

A la contemplación absoluta.

La parte oscura del Lago Petén

Flotará como un pez

Sobre las nuevas corrientes del río;

Y el hombre entenderá

Que el mundo consta de otras realidades,

De anchos campos de anonas,

De espigas de caña brava,

Y que será capaz de implicarse con las estrellas



Sin olvidar su esencia de cíclope celeste.       

La continuidad del fin;

La unidad de la balanza,

El hilo exacto de las cosas

Serán momentos de revelación

De sosiego infinito

En donde Ah Kin Xooc se hará evidente

Y llegará con su lluvia y su viento

A cubrir de equilibrio los bosques.





















domingo, 11 de marzo de 2012

HUN HUNAHPÚ



XIV




“No soy el que han conocido en la carne”

-Dijo Hun Hunahpú a los señores del Xibalbá-.

Según ciertas conjeturas

Las cenizas son hijas de las sombras

Y el fuego hijo de la luz.

¿De qué elementos consta la carne

que ya no es carne?

¿De qué partículas el espíritu

que subsiste a las masas?

Otros mundos existentes después de estos mundos

Se ciernen sobre los montes de Chiapas

Y la mujer que se vierte en los sueños

Como una estela de bosques,

De arboladuras y cánticos subterráneos

Reaparece tatuada en la memoria del bosque.  

Aquel que se suspendía ligero sobre las aguas

-Brújula de prestidigitadores y agoreros,

De jaguares y Cocodrilos-

Es el pasajero del cosmos,

El hombre que irrumpió

En la oscuridad de la noche

Como un fragmento de las esferas

Como un soplo divino de las estatuas.

¿Qué es lo que conforma al viento

Y sin embargo lo hace invisible?

¿De qué partículas las llamas

que flamean en los salones?

Hun Hunahpú:

El punto donde convergen los otros mundos

Miles de flechas blanquean su arco,

Cientos de espadas sujetan su carne.

¿De qué elementos, de qué partículas

de qué sustancias?

¿De qué llovizna se compone su lluvia,

de qué líquido su líquido,

de qué bálsamo su bálsamo?

El hombre no es más que lo que busca:

No hay un dios que lo haga más grande

Ni ningún pecado que logre afligirlo

Más allá de su propia aflicción.

¿De qué elementos consta la carne que ya no es carne?

¿De qué mundos los otros mundos?






jueves, 8 de marzo de 2012

ITZAM NA


XIII




Se dice de Itzam Na

Que sus hemisferios y cuadrantes,

Triángulos y escuadras

Pertenecían a los puntos cardinales de la noche.

Se dice de él

Conocedor de la ingravidez de los abismos

Que era capaz de poseer todas las virtudes,

Capaz de levitar  por encima de los pebeteros

Y que sobre su pecho de pajarero

Discurría un enorme río

De caracoles y semillas

Que conducía, sin lugar a dudas,

A la irisación  brumosa de los otros mundos.




Se dice del Señor Itzam Na

-sustancia ante todo-

De sus poderes de transportación y transparencia,

De sus lucernas y bujías

Apuntando hacia las cosas más oscuras,

Hacia las lunas y montañas de Tulum y Kabah.

Se dice de Itzam Na

-Y esto está escrito en la superficie de los ríos-

Que conoció en sus múltiples andananzas por el monte

A infinidad de viajeros y extranjeros;

Seres de otra época y otras geografías

Que depositaron en su corazón y en la señal reveladora de su sino

Las flamas de las músicas del cosmos,

El laberinto antiguo y cifrado de las horas.

En Uxmal, al norte de Kabah, en Mayapán,

En los montes de Macuil Xóchitl, en el río Usumacinta, en el Rogitama

Se paseó como se pasea el murmullo de la lluvia en los canales

El Señor de los espejos.

Haces de luz emanaban de sus ojos                    

Mientras él

Se iba levantando de las sombras

Y perdiendo en el espacio

Como se pierde en lo profundo del universo

La estrella que anuncia y reanuncia la magnitud de los caminos,

El canto ultraterreno de la noche.








martes, 6 de marzo de 2012

CHILAM BALAM


XII







                                                                                    Hay que leer el Chilam Balam

Para empezar a comprender la música de las orillas;

Hay que transitar por sus tablas astronómicas

Para sopesar las hendiduras en las rocas

Los racimos, las líneas y los puntos

Que penden en la línea vertical de sus espejos.

Hay que consultar al astrónomo de Chumayel

Para sobrevolar el canto de otros firmamentos,

Saturarse del Libro de los Muertos

Para arribar a las piedras solares y a sus ríos,

A las tablillas cifradas del abismo

A las señales inquebrantables de sus sombras.

Hay que escudriñar

Las esculturas rupestres de la noche;

La osa mayor y menor, las pléyades, las nubes

Para acceder a la música del cazador,

Al señor de las lluvias y los sacerdocios

Que gravita en sus peregrinajes hacia Palenque,

Que oscila entre los fluidos luminosos de la nada:

la antigravitación prefijada de los astros.

Hay que vagabundear por las esferas

Por Mérida, por Bonampak, por Schuaima                    

Descifrar las tablas astronómicas de Chumayel

Para emprender el viaje a las alturas,

Despojarse de tantas mezquitas y palacios,

De iglesias y de templos

Y dormir desnudo

Entre las piedras luminosas del orfebre.