XI
EL CARRO
…Un Príncipe
panteísta
Viene montado en su
carro
Truena,
Llueve en su muerte.
Cuando el agua cala
los huesos
-Las curvas
Las carreteras sin
fin
Sin órbitas
En línea recta-
El príncipe aparece
Remonta del aire su
vuelo
Sus misterios
dionisíacos.
El príncipe todo lo
ausculta:
La guerra
La violencia de esta
Terra
La presencia de los
hijos de Marte:
No hay más terrorismo
que el escrito
En los intersticios
de sus pies.
En la Tierra del Cóndor
-La nación del cuerno
vacío-
Donde el oro y el mar
son mera memoria
Sueño
Nostalgia
El Príncipe Taoísta
Suelta sus leones
El negro y el blanco
El par y el impar
Para que devoren a
los hijos del fuego contrario,
Adverso.
Obstinados en sus
sombras
Crispados en sus
noches
Encerrados en sus
días
Los hombres de esta
Terra entonan su pena
Su dolor
Su oquedad,
Su vacío.
Los ríos actuantes
pasan de prisa
Dios y el Diablo
-Que no se anulan-
Patentizan la nada
La noche
La muerte.
Da la impresión de
que la tierra del Cóndor
El país del azul,
El rojo
El amarillo
Es la madre de todas
las culpas:
El Destierro,
El Éxodo,
El Apocalipsis.
Todo aquí se conjuga
Sucede de prisa
Acontece despacio
Como en un horizonte
de sucesos
En donde el tiempo
final
Acaba
Se detiene
Colapsa.
Es un aguajero negro
Aquí
Ni siquiera la luz de
las cosas tiene su brillo
Su inmanencia
Su rayo
Su fin,
Su fin…
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