XXIV
Vinieron a buscarme
Y yo estaba dormido;
Pesado como una roca;
Enclavado en el equinoccio de Bonampak.
Tocaron a mi puerta
Y yo no estaba.
¿Qué te habías hecho
Leviatán de ocho cabezas?
¿Dónde dormías gran Dragón Escarlata de
la muerte?
Los tres gemelos nacidos de las aguas
de Chac
Sabían la talla exacta de mi nombre.
¡Xibalbá!
Replicaba el espejo de los trece
cuernos
En mitad de un eco inefable,
Un tumulto de voces entre lo
indeterminado y lo lleno,
El todo y la última cifra.
Vinieron por mí
Y yo estaba perdido,
Ausente de mi propia cara.
¿Qué te habías hecho, hijo de la Terra?
¿A dónde se elevaban tus plegarias, amante
de la lluvia?
Tu Obsidiana, los treinta pájaros Pich,
tu magia roja?
Vinieron por mí
Y yo ya estaba lejos,
Libertado de sus jaulas,
Distante a sus grilletes.
Vinieron,
Y estaba muerto,
Recónditamente lejos,
Abrazado al halo insospechado de las
tinieblas.
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