sábado, 1 de junio de 2013

ORFEO



V

ORFEO



El amor, Eurídice,

La única razón suspendida en el aire de las cosas.

De ahora en adelante es necesario repetirlo:

¿Qué más le queda al hombre

Después de transitar por el averno?


¿Qué más si no el Amor?

El ribete, el viento, los molinos?

Viene y va el ala herida del viajero,

Caen infinitamente las hojas del crepúsculo,

Brillan momentáneamente las monedas.


¿Y el Amor?

Quedan sus ángulos,

Su espada penetrando el Aquerón,

Sus fuegos y calores en las puertas de la hechicería.

Es mentira que el amor se nutra de lo nuevo,

Es igual de inexistente el ímpetu de la muerte en ciertos corredores:

El amor es uno solo;

Tiene el peso y la frescura de una Muchedumbre,

La fuerza de un ejército en las postrimerías de la capitulación.

El amor, Eurídice,


No hay una cosa más noble y más pesada,

No hay un héroe que logre más de sus relojes,

No existe el gladiador que recupere más de sus cábalas.

Todo pasa,

Todo envejece en las aguas de la Estigia;

Las cosas perecen en los cuartos del anonimato.

Sólo el amor,

Ataviado con su espada y su broquel,

Penetra las conjeturas de Plutón,

Se pasea por las curvas meridianas de todos sus palacios.


 

 

 

 

 

 

domingo, 26 de mayo de 2013

ARIADNA



IV

ARIADNA






El amor es claro, Teseo,

Simple como la piedra que surca el agua

Liviano como la honda que aquieta el río.

El amor es claro, no lo dudes,

Es transparente como el filo de la espada

Cálido como la roca que yace sobre el aluvión.


Cuando el tiempo se encrespe

Cuando se turbe el hilo de la noche entre tus besos

Piénsalo Teseo,

Amante mío,

Guerrero de la excitación hecha viento

El amor es blanco,

Ligero como las hojuelas del cadalso.


El amor:

La hierba crispada de tu pubis

La oscuridad imposible de tus coyunturas

El velamen inquietante de tus articulaciones.


Piénsalo hijo de Atenas

No le cierres el abrazo a la que te busca y ama

El amor es claro

Translúcido como la almendra que cruza el cielo,

Como la Lucerna que vaga sobre las aguas de su propia oscuridad.





























domingo, 19 de mayo de 2013

HERCULES






HÉRCULES 

Onfale

Reina de Lidia 

Ninguna boca pesa más que la tuya 

Ningún beso me doblega más que el beso tuyo 

Ningún abrazo, Onfale, 

-Ni siquiera el León de Nemea- 

Me asfixia como un abrazo 

De tu lecho titánico 

Tu lecho bárbaro, 

Dionisiaco hasta la muerte. 

Ningún cuerpo me envuelve, 

Me sujeta, 

Me despoja, 

Me lleva al borde del suicidio 

Como tu cuerpo Onfale 

Hidra de Lerna, Jabalí de Erimano. 

No vale prender fuego 

A los cañaverales de la noche, 

No vale correr desnudo 

Por el Monte de Ménalo 

Todo se turba, 

Todo se contrae ante tu tacto, 

Tus muslos 

Saliva mía, 

Paladar de corza de Cerinea. 

Onfale 

Muchacha de la rueca 

Ningún río posee la fuerza, 

Ningún afluente el curso: 

El mismo Alfeo se desborda ante tus manos, 

A tus pies que recorren las orillas del abismo. 


Onfale 

Ningún corazón retumba como el tuyo 

Ningún címbalo de bronce se retuerce en el Tártaro 

Ningún pájaro monstruoso me fracasa. 

Ni el Toro de Creta, las Yeguas de Diomedes, 

El Cinturón de Hipólita, los Bueyes de Gerión 

Me desenfrenan, me nublan, 

Me dilatan 

En este acoso mío de buscarte 

De hallarte indómita en la arena 

Desnuda como el río: 

El eterno devenir de lo que fluye.