sábado, 28 de enero de 2017

Ascender al principio del lenguaje: la naturaleza como un lenguaje de símbolos en la obra de Winston Morales Chavarro








































Barbara Curzytek
Universidad Adam Mickiewicz, Poznań-Polonia.


Ascender al principio del lenguaje: la naturaleza como un lenguaje de símbolos en la obra de Winston Morales Chavarro


Introducción

El eje principal de la obra literaria de Winston Morales Chavarro es el interés por la realidad –o las realidades– diferentes al mundo material; la búsqueda de las verdades metafísicas, ocultas, intangibles, inaccesibles desde el punto de vista puramente científico o racional. En el presente texto pretendemos analizar la relación entre la naturaleza –entendida en un sentido más amplio como el mundo físico– y la realidad oculta, no material. Mediante el análisis de fragmentos de la obra poética de Winston Morales y apoyándonos en fragmentos de su texto ensayístico, nos aproximaremos a la tesis del autor de que la realidad material es un lenguaje universal que es preciso descifrar mediante una observación atenta para acceder a unas nuevas verdades que trascienden la dimensión física.

La poesía frente al pensamiento científico

El pensamiento científico es el que ha dominado la cosmovisión del ser humano contemporáneo, sobre todo occidental. Dicho pensamiento –a diferencia del pensamiento ”primitivo” según Ernst Cassirer (1987: 126) o mítico según Lévi-Strauss (preferiremos la segunda denominación), en el que el mundo es percibido y perceptible sólo en su totalidad–  recurre a la categorización y sistematización y tiende a analizar la realidad, sobre todo física, dividiéndola en fragmentos. (Cassirer, 1987: 126) Dicha fragmentación es tan grande que, al concentrarse en lo material, con mucha frecuencia se llega a suprimir la dimensión espiritual. Y sin embargo, según señala Winston Morales Chavarro en el primer capítulo de Poéticas del ocultismo, en los orígenes de la cultura, el único método de explicar el mundo, método anterior a la ciencia, ha sido la poesía, que recurre al sentir y a lo intangible:

Antes de categorizar el mundo y antes de sistematizarlo, la poesía era la única ciencia y también la única religión. Podemos afirmar que la poética estaba inmersa en saberes tan antiguos como la astrología y la alquimia, madres de la astronomía y química modernas. (2008: 18)

Así, en los orígenes de la cultura humana lo intangible siempre ha sido inseparable de lo material.
La poesía ha buscado, asimismo, explicaciones de los fenómenos imperceptibles por la razón, como la muerte, la vida o el amor, trascendiendo el mundo material:

La poesía nace como una forma de explicar el mundo, como una manera de interpelar al otro, así este otro sea invisible o divino –la poética significaba una comunión con fuerzas extraterrenales y extracorporales–, un apelar a la escritura para narrar no sólo las cosas de la lógica humana, sino aquellas que se escapaban a toda explicación racional o simbólica. (2008: 18)

Similar a la filosofía, que surge del asombro por el mundo, la poesía en sus orígenes ha buscado respuestas en la naturaleza, que posee un lenguaje cifrado. (2008: 20) En los orígenes de su cultura, el ser humano sabía interpretar dicho lenguaje; vivía en conexión y armonía con la naturaleza; se consideraba una parte de una red cósmica de interacciones, sólo un elemento dentro del universo compuesto tanto por lo material como por lo invisible:

Cada elemento del macrocosmos está conectado de manera inexplicable –para los ojos de lo racional– con cada partícula del microcosmos (lo humano). (2008: 20)

Dicha percepción total del universo se mantiene parcialmente en la cosmovisión latinoamericana, influida por las culturas indígenas y africanas, en las que no existe un límite claro entre la realidad material y otras dimensiones.  La dimensión habitada por los seres espirituales –ya sean dioses o entes de luz y oscuridad, ya sean fantasmas o almas de los antepasados muertos– coexiste con el mundo material, es inseparable del mundo físico y ambas realidades permanecen en una interacción constante. Sin embargo, también en el sincrético mundo latinoamericano comienza a prevalecer el pensamiento contemporáneo occidental:

La escritura se ha tecnificado, se ha vuelto racional, ha perdido su lenguaje primario, el lenguaje cifrado que le conectaba con el orden de lo sublime, con la esencia de sus sonoridades y expresiones. (2008: 24)

De ahí que el interés del poeta colombiano por el ocultismo y el esoterismo surja como „una resistencia contra el lenguaje mudo de la modernidad”. (2008: 24) Por consiguiente, Winston Morales comprende el papel del poeta como el de un vate (una especie de wieszcz; influencia clara de los poetas románticos) atento a los signos que emite el entorno; un aeda que sabe intepretar el lenguaje cifrado del mundo material. De esta forma, la observación de la naturaleza lleva a la revelación de una sabiduría oculta que radica fuera de la dimensión terrenal o material.




Aniquirona y Schuaima: mujer onírica y región inventada

Para aproximarnos a la manera en la que se realiza la búsqueda de lo espiritual, recurriremos, en primer lugar, al análisis de los fragmentos del poemario ”Aniquirona”, que consta de 26 poemas. Aniquirona, es una mujer soñada, un ente de luz, „hechicera hecha de luz” (2015: 14) inspirada, según afirma el autor, en sus visiones oníricas; es a ella a quien se dirige el sujeto lírico. Este personaje onírico habita la región inventada por el autor, llamada Schuaima, que el sujeto lírico visita para explorar la dimensión espiritual y para buscar el encuentro con Aniquirona. Este espacio se define en el poema XXII:

Schuaima es la nación
Donde todos los que se fueron han llegado. (2015: 43)

Por consiguiente, podemos constatar que Schuaima es un mundo o una dimensión que recibe a los que murieron en la dimensión terrenal. Sin embargo, no es un paraíso tal como lo entiende el cristianismo, que separa ambos espacios. Por el contrario, el sujeto lírico puede moverse libremente entre ambos mundos:

(...)
Llevo en mis bolsillos
El mapa transparente de tu tierra
Y puedo cruzar cuando me parezca.
(...) (poema XVI, 2015: 34)

Es, por lo tanto, un reflejo de la cosmovisión en la que las dos dimensiones permanecen en una interacción constante. Lo confirma la cita de Paul Eluard que Winston Morales escogió como el lema para otro libro de poemas suyo, La ciudad de las piedras que cantan: „Hay otros mundos, pero están en éste”.
Sin embargo, teniendo en cuenta las palabras del autor sobre la gran influencia que ha tenido en él la Biblia, no se puede rechazar por completo algunas asociaciones con el imaginario cristiano. En primer lugar, las descripciones de Aniquirona parecen inspirarse en Cantar de los cantares:

Aniquirona,  poema XXIV:

Con la transparencia del amor infatigable y ebrio
honraré tu collar de mariposa
tus labios de gaviota subceleste,
tu cabellera solitaria como un faro
(...)
Honraré tus senos de estatua grecorromana,
Tu boca refulgente
Como la hoguera del exilio
(...) (2015: 47)

Cantar de los cantares  (NVI 4: 1; 3-5):

Tus cabellos son como los rebaños de cabras
 que retozan en los montes de Galaad.
(...)
Tus labios son cual cinta escarlata;
 tus palabras me tienen hechizado.
Tus mejillas, tras el velo,
 parecen dos mitades de granadas.
Tu cuello se asemeja a la torre de David,
construida con piedras labradas;
de ella penden mil escudos
 escudos de guerreros todos ellos.
Tus pechos parecen dos cervatillos,
dos crías mellizas de gacela
que pastan entre azucenas.







Igual que en el Cantar de los cantares, el momento del encuentro con la mujer se aleja; Aniquirona huye y rehuye, parece inalcanzable. Esto, por su parte, sugiere una asociación con la poesía mística, también inspirada en Cantar de los cantares. El tema de la poesía mística es la búsqueda de la unión con Dios, representada como un encuentro íntimo con una mujer (o un hombre cuando el sujeto lírico es una mujer). Por consiguiente, Aniquirona también equivaldría a un ser de luz, aunque no solamente el ser supremo; es un guía espiritual que ayuda al sujeto lírico a comprender su dimensión aunque no mediante una conversación directa, sino, por el contrario, su presencia fugaz y unas revelaciones parciales. En un sentido más amplio, siendo un ser de luz (o lux, según prefiere el poeta), representa el conocimiento. Aniquirona es „el umbral de otros caminos” (2015: 9) y, según leemos en la dedicatoria a uno de los poemas del poemario, La ciudad de las piedras que cantan, es „Bienhechora en la Obscuridad” (2011: 43)
Igual que en la poesía mística, en Aniquirona, mientras dure la vida terrenal, la unión con el ente de luz puede darse sólo por unos momentos cortos y sólo será permanente y duradero después de la muerte. Sin embargo, a diferencia del sujeto lírico en la poesía mística, quien añora la muerte para lograr la unión perfecta con Dios (”muero porque no muero”), el sujeto lírico de la poesía de Winston Morales quiere seguir con la vida terrenal y se conforma con el conocimiento fragmentario que descubre durante sus visitas en Schuaima:

(...)
Pero no amo el suicidio
Pienso que es un pretexto de la vida
Para buscarte demasiado pronto
(...)
Déjame partir amada forastera
El tren de Schuaima sale a las nueve
Y yo aún conservo tres tiquetes de regreso. (poema XVI, 2015: 34)

La diferencia primordial entre la poesía mística y la poesía de Winston Morales es que, mientras en la primera para lograr la unión con Dios es preciso deshacerse de lo material y del mundo de los sentidos para conocer la plenitud de Dios (o de la luz), en la obra del poeta colombiano son precisamente los sentidos y la lectura atenta del mundo físico la herramienta principal para acceder a lo espiritual. No se trata de suprimirlos, sino de utilizar los sentidos para trascender las cosas y entender su verdadera naturaleza y su lenguaje pre-idiomático; para ascender al principio del lenguaje. Es un objetivo que se anuncia en el poema que abre el ciclo sobre Aniquirona:

Y estoy buscando las voces del camino
Para traducirlas
Seguro llevarán tu nombre
He aprendido a interpretar la voz del viento
Esa misma que arrulla las hojas entreabiertas
De tu árbol.
(...)
Al cuenco de mis manos
Llega impetuoso el sol
Con el oro y el trigo de tu cima
¿Debo ascender al principio del lenguaje? (poema I, 2015: 9)

Al emprender el camino se nota cierta timidez y falta de seguridad (suposición: „seguro llevarán tu nombre” y pregunta: „¿Debo ascender al principio del lenguaje?”), pero en el siguiente poema se continúa con la misma idea, ya con más contundencia („sólo así que existo”):

(...)
Sigo las hojas que corretean presurosas
Sigo la lluvia y su música húmeda
Sigo los pájaros y sus ondas
Hay una aproximación entre el lenguaje de los árboles
Y el mío.

Sólo así puedo acercarme
Sólo así sé que existo
Y que el camino no es camino
Sino va cargado de palabras y de voces.
(...) (poema II, 2015: 10)


Además, en el poema El lenguaje, perteneciente a otro poemario de Winston Morales, De regreso a Schuaima, leemos:

Al evocar el sonido de esta Terra
El campo abierto
Conduce a la polifonía del bosque.
Allí el lenguaje es instintivo
Pre-idiomático
(...) (2013b: 165)

Asimismo, en el poema El diablo del poemario Temps era temps se expresa claramente que descifrar el lenguaje de los objetos es comprender su verdadera naturaleza puesto que dicho lenguaje es inherente a las cosas:

...El lenguaje de la palma no es un lenguaje
Por lo menos no articulado.

El lenguaje es inherente a ella.
Como el verde a la hoja.
El lenguaje
-Su vibración-
Mana de ella,
De su esencia,
Su substancia.
(...) (2013a: 201)

De ahí que la naturaleza no sea un lenguaje de símbolos, puesto que un símbolo es arbitrario y remite a una realidad externa a él. Por el contrario, el lenguaje es un rasgo inherente de los elementos del mundo material y descifrarlo equivale a conocer la verdadera naturaleza de dichos elementos. Por lo tanto, el mundo de la naturaleza permite comprender a Aniquirona, que encarna el conocimiento sobre la esencia de las cosas:

(...)
A través de la interminable,
De la imperecedera
De la futurista naturaleza
Te veo tal como eres. (Aniquirona, poema IX, 2015: 22)

Esos esfuerzos para adentrarse en el conocimiento que trasciende lo material podrían interpretarse como un intento de mirar más allá de las sombras en la pared de la cueva de Platón; de dar la vuelta hacia la luz y tratar de ver la idea -lo real-, y no sólo su reflejo, reflejo que equivaldría a la dimensión física, en la que suele enfocarse el pensamiento científico contemporáneo, olvidándose del principio del lenguaje.



Conclusiones

La poesía de Winston Morales Chavarro recurre al esoterismo y ocultismo como un intento de rescatar el aspecto espiritual en el mundo contemporáneo y pretende mirar más allá de la superficialidad de concentrarse sólo en la realidad física. Para ello, el poeta se sirve de la observación atenta del mundo que lo rodea para descubrir unas verdades que trascienden la dimensión física. Contrario a la hipótesis planteada en el título del presente texto, la naturaleza no es un lenguaje de símbolos (no remite a una realidad externa; otros mundos tampoco son unas dimensiones externas, sino que están en éste), puesto que posee un lenguaje inherente a ella y descifrar dicho lenguaje equivale a conocer la verdad sobre las cosas, a salir de la cueva de Platón y tratar de ver esa verdad en su totalidad, y no sólo sus reflejos en el mundo material. Sin embargo, el conocimiento completo y perfecto no es posible antes de la muerte, pero aun así, mientras dure la vida, se pueden hacer intentos de adentrarse en otras dimensiones para lograr por lo menos un conocimiento parcial y rescatar el aspecto espiritual frente al pensamiento científico, cuya predominación en el mundo contemporáneo hace que el ser humano se olvide de las raíces de su naturaleza y puede llevar, mediante una tecnificación y tecnologización excesiva, a la pérdida de la esencia de la humanidad.


Bibliografía

a)      Corpus de textos analizados

1.      MORALES CHAVARRO, W. (2013a): El diablo, en: L. Gutiérrez Riveros, N. Romero Guzmán, W. Morales Chavarro, H. Vargascarreño, A. Berger-Kiss (eds.), „Mientras el tiempo sea nuestro”, Bogotá: Ediciones Exilio, pp. 201-202
2.      MORALES CHAVARRO, W. (2013b): El lenguaje, en: L. Gutiérrez Riveros, N. Romero Guzmán, W. Morales Chavarro, H. Vargascarreño, A. Berger-Kiss (eds.), „Mientras el tiempo sea nuestro”, Bogotá: Ediciones Exilio, p.165
3.      MORALES CHAVARRO, W. (2015): La Dulce Aniquirona, Cartagena de Indias: Comunicadores UdeC

b)      Referencias

1.      Cantar de los cantares, Bible Gateway: Nueva Versión Internacional (en línea), https://www.biblegateway.com/passage/?search=Cantares+1&version=NVI [consulta: 07.11.2016]
2.      CASSIRER, E. (1987): Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura. México: Fondo de Cultura Económica, p. 126
3.      ESTÉBANEZ CALDERÓN, D. (2004): Mística, en: idem, „Diccionario de términos literarios”, Alianza Editorial, pp. 677-680
4.      LÉVI-STRAUSS, C., Pensamiento “primitivo” y mente “civilizada” (en línea), http://www.internet.com.uy/arteydif/SEM_UNO/PDF/pensamiento.pdf [consulta: 07.11.2016]
5.      MORALES CHAVARRO, W. (2011): La ciudad de las piedras que cantan, Ibagué: Caza de Libros

6.      MORALES CHAVARRO, W. (2008): Poéticas del ocultismo en las escrituras de José Antonio Ramos Sucre, Carlos Obregón, César Dávila Andrade y Jaime Sáenz, Bogotá: Trilce Editores

martes, 10 de mayo de 2016

¿A DÓNDE VAN LOS DÍAS TRANSCURRIDOS? X




X



Desde que floreció el silencio más oscuro,

Miles de ríos se precipitan a la tierra.

Desde los tiempos de la aridez,

Cientos de océanos se extinguen

Como cuchillos de hierba

Crispados por sus lámparas.

El hombre,

Ese pequeño saltamontes,

Bebe las ánforas humeantes:

Tiene la sed de un ejército,

El hambre de un ejército en los fracasos de la guerra.

La lluvia es la forma más elemental de congraciarse con el mundo;

Esa será siempre su victoria,

Su manera de sonreírle a la soldadesca de la muerte

Que abnegada transita por la oscuridad. 

domingo, 1 de mayo de 2016

¿A DÓNDE VAN LOS DÍAS TRANSCURRIDOS? IX




IX




Cuando el cerezo se desgaja con la tarde

Sólo queda una ventana,

Un pequeño precipicio que asoma al horizonte.

Cada capullo de la fruta es una alcoba al firmamento,

Un extenso dormitorio

Por donde temblorosos pasan los años.

En esas habitaciones se respira el mundo,

El olor de las frutas que no fallecen,

Que persisten en aromar la noche.

Desde esa ventana veo trinar las aves

Y creo que la vida aún es hermosa para llorar con ellas.


domingo, 10 de abril de 2016

¿A DÓNDE VAN LOS DÍAS TRANSCURRIDOS? VIII



VIII



Y la casa se fue resquebrajando.

Fue como una fruta fresca,

Expuesta al maderamen de los días.

Entonces se fue hinchando para sí;

Se fue desmoronando sobre la arenisca de la noche.

Los dedos dolían tratando de frenar su precipicio,

Tratando de interrumpir lo inexorable:

Cuando algo está al borde del abismo

-como la muerte misma-

No hay ángel o demonio que detengan lo que Dios pone a rodar.