III
Al poeta Italiano
Gerardo Sangiorgio (1921-1993)
Y pensar que nada permanece
Que todo lo dicho es como una flecha arrojada al viento.
Que incluso las palabras son evanescentes
Frágiles ante los labios que las pronuncian
Pero que pudieron
(Debieron) callarlas.
Todo es fugaz:
La mano levantada
El puño aferrado
La boca hambrienta del deseo.
Nada queda:
Lo lógico es la impermanencia,
El ancla que se aferra a la muerte