sábado, 13 de junio de 2015

El indómito Winston Morales Chavarro, Prólogo de Edgar Artunduaga al libro La Bella despierta



Prólogo
El indómito Winston Morales Chavarro

Edgar Artunduaga Sánchez



Era casi un niño. Winston se ganó un concurso que hicimos en Huila Stereo para ocupar la vacante de locutor de la noche, el turno más duro de la radio, de 10 PM a 6 de la mañana. Alguna vez le llamé la atención porque en el programa desapareció la música. Convirtió el espacio en una tribuna social que contra todos los pronósticos disparó la audiencia.
El sábado aquel que contrajo su primer matrimonio, paralizó a Neiva por cuenta de un desfile interminable de taxis, que pitaron hasta que todo el Huila supo el motivo.


Estuvo unos meses en la emisora, porque su afán de comerse el mundo lo llevó a escribir en los periódicos locales, a hacer periodismo en distintos medios, a acometer poesía, a trabajar en la Universidad Surcolombiana, a tener dos hijos, a convertirse en poeta, profesor y escritor laureado, traducido y aplaudido en el país y en el mundo, a viajar sin parar.


Tal vez donde menos lo exaltan es en su tierra (como suele suceder), al punto que nos llegan noticias de sus éxitos, que celebran especialmente en la Universidad de Cartagena, donde ejerce como profesor de tiempo completo.


Mientras el gran periodista Juan Gossaín me confiesa –casi con vergüenza- que ha escrito poesía, pero que no es tan valiente como para publicarla, este paisano –que camina despacio, con desgano, con cierta abulia contemplativa- no sólo se ha proclamado poeta hace varios años sino que publica libros de poesía, ganadores en concursos competidos a nivel internacional.


Winston se ganó el primer puesto del concurso nacional de poesía de la Universidad de Antioquia (2001) y también uno convocado por la Universidad del Quindío. Poemas suyos aparecen en revistas y publicaciones de España, México, Ecuador y otros países. Aniquirona, De regreso a Schuaima y Memorias de Alexander de Brucco han sido traducidos a varios idiomas.


En una entrevista para el periódico El Mundo, de Medellín, a propósito del día mundial de la poesía, dice que sólo escribe de lo que le apasiona, que todo parte de una motivación interior.


“Mis preocupaciones (y las de mis otros) han sido las mismas siempre: el tiempo, la muerte, la noche, el viaje, el camino. Las palabras más repetidas en mi poesía son: muerte, camino, luz (lux), viento”.


En el Huila nos deleitó por varios años con sus columnas en los periódicos locales, hasta cuando se aburrió de hacerlas, no tuvo tiempo para ese esfuerzo no remunerado, o simplemente porque se le volvió problema aplastar con sus palabras convertidas en puñales –como lo hizo muchas veces- a gobernantes corruptos y hermafroditas, que saqueaban al Huila mientras pronunciaban discursos moralistas.


Las élites políticas y culturales (los Calderón Molina) comenzaron a considerarlo “repelente” cuando Winston comenzó a satirizar sobre una tal “huilensidad” que nos querían imponer desde los púlpitos oficiales. Obviamente los burócratas o publicistas que la promovieron no tenían argumentos ni voz propia para discutirlo en público.


“No logro ubicarme en mi identidad cultural, en esa bonita palabra –huilensidad- que se inventaran, discursos aprendidos, diría alguien por allí, algunos científicos sociales.


He indagado seriamente ese origen, el de la palabra y el mío. Y les soy sincero, con la pena del mundo: me siento desarraigado, excluido, relegado de mi contexto monocultural.


¿Será que las subculturas juveniles (el rock, el punk, el rap) no pueden formar parte de la huilensidad? ¿Dónde dejar a las clases populares que en lugar de escuchar Espumas o El barcino escuchan Por tu maldito amor, de Vicente Fernández, o La feria de las flores, de Cuco Sánchez? ¿Dónde situar a los (las) adolescentes universitarios que escuchan Coldplay, Manu Chao, Sex pistols o a Nirvana?”


Neiva, Ciudad Villamil: ¿Queda algo de eso, además de una veintena de adefesios que no se sabe, como diría Marco Fabián Herrera, si nos cantan o nos gritan? Neiva, Ciudad Reggeton. Neiva Yankee. Creo que estos nombres son mucho más funcionales.


Morales no vive en las nubes, ni se extravía en el universo de lo poético. Extraña los paseos de olla, las especulaciones de la política regional y a veces pregunta por aquella colega periodista o locutora con la que apenas se cruzaron miradas, pero no hubo tiempo para nada más.


Morales resultaba abrumador para cualquier contradictor mediocre, en un medio donde la dádiva resuelve discusiones o el disparo silencia en definitiva la discusión, como le pasó al extraordinario periodista Guillermo Bravo Vega, baleado en su pequeño apartamento.


A lo mejor se aburrió de la medianía que nos caracteriza. Quizá de hablar solo, sin que nadie respondiera con seriedad a sus críticas ante tanto descuido por el ser humano en Neiva, “el ciudadano crítico, pensante, reflexivo, conectado con los rigores y las exigencias de una ciudad heterogénea, dinámica, hablante”.


Winston se esfuerza por provocar al opita dormido, al huilense en general, y sentencia un día sobre el celibato, “un acto inhumano”. Y se mete en otra columna con los vallenatos, sin que nadie le conteste siquiera con un madrazo, para establecer una discusión.


-No entiendo –escribió- por qué nadie se pronuncia al respecto, por qué razón la gente de Neiva soporta cuatro horas seguidas de la delincuencia sonora de Silvestre Dangond, el terrorismo soterrado de Pipe Peláez, el grito deshumanizador de los malos trovadores contemporáneos.


A Winston no se le escapa la clase emergente, que le aburre, aquellos señores venidos de la nada y del vacío con ínfulas de conde o baronesa. Señoritos (as) que de forma milagrosa y de la manera menos sospechada logran “ubicarse” en puestos de alto turmequé.


Morales habla de la Universidad Surcolombiana, “la zona rosa del norte”. Se pregunta qué tiene Pitalito que le arroja tantos hijos ilustres al Huila.


Habla en extenso de Neiva (“a la que odio y amo”), destaca a los profesores Édgar Machado, Antonio Iriarte y Jaime Salcedo. Exalta a Guillermo Plazas Alcid y se refiere a Delimiro Moreno como ese bicho raro: “Es como si su máquina de escribir fuera un instrumento musical; en lugar de cansar alienta la vejez, la soledad, el peso de los años”.


Con excepción de Delimiro Moreno (a quien Winston admira y yo he comenzado a querer, pero que siempre he respetado profesionalmente) no hay otro periodista, columnista y menos poeta que resulte más contundente, ameno y demoledor –para bien o para mal- que Morales Chavarro, hoy “extraditado” porque en el Huila no hubo espacio para él. Por eso, la mejor pluma opita está en Cartagena.


Las columnas escritas por Winston Morales Chavarro constituyen la historia del Huila, la pluma más vigorosa y brillante del departamento, así no lo reconozcan muchos, así lo desprecien otros.



Celebro la publicación de este libro, que resume diez años de columnas publicadas por Morales, cuya ausencia deben extrañar los buenos lectores y quienes hoy desprecian las páginas de opinión por tanto áulico de lenguaje barato y escasa mollera.























domingo, 24 de mayo de 2015

LA RUEDA DE LA FORTUNA

XIV
LA RUEDA DE LA FORTUNA


…Mi rueda gira como la música de Rachmaninov.
Mi rueda
–Que es la cabeza-
Gira por un camino polvoriento de estrellas.
Y al fondo la muerte
El suicidio tentándome
La boca seductora del final,
De un agujero que aparece portentoso al final de la noche.

Siempre será la noche
Siempre su cúmulo de antorchas
Su fuego primario
La resurrección de un hombre que aún se niega a morir
Pero que ya,
De a poco,
Viene muriendo.
Y entonces la inmolación será saludable
Ya no tendrá la muerte que entonar la música del río
El arpegio del árbol
Aquella melodía de los fractales en el cuarto.

El suicidio ahorra tantos recovecos
                                                         Tantos caminos
La parafernalia con la que se cubre la vida
(Y que la muerte detesta de a puño).
Debe de ser buena la muerte
Mi rueda de la fortuna así lo proclama
-El suicidio también es escritura-.
Suicidio:
No saber,
No poder haber sido hombre
Estar siempre con ese roto en el estómago
Con esa vaciedad de ser
De agua
               De sangre
                                 De semen estéril.

No tener los hijos
Girar y girar como el piano,
Como la rueda de los huesos
La carne cayendo
El pene flácido
El sexo hambriento de profundidad
De sudor
De fin.
La muerte hambrienta
Los dos hambrientos
Hambre…sed…

                           Hambre…

lunes, 18 de mayo de 2015

EL ERMITAÑO



XIII
EL ERMITAÑO


…Un quinqué
Una lámpara
Un anciano prendido de la lux
Una mano que brota de ella.
Una mano
(Y también un rostro)
Ojos,
           Boca,
                         Huesos.        
               
La luz es el hombre
Afuera nada más existe
Sólo lux
“Lux,
Denle más lux”.
El frío se apodera de sus húmeros
De sus prendas
Incluso de su sexo.
La Lux es portadora de los años
-Idos y recobrados-
De la escarcha,
                       De la nieve
Del azul.

Un anciano
Un cansancio
Un sueño
Todo lleva a lo mismo                                     
Al regreso
A la espera
A los brazos de la muerte.
La soledad del Ermitaño
El círculo,
                  La espiral,
El caracol
Todas las formas del tiempo posible
Inverso y regreso
Regresivo,
Regresivo-.
El quinqué,
La llama,
El fuego
Una mañana ataviada de sol
El camino
Siempre el camino…  




sábado, 9 de mayo de 2015

LA FUERZA



XII
LA FUERZA




…Soy Xeroftálmico

Veo en la noche,

Veo su negrura

Su obscuridad cargada de lux.

Cuando la noche cae sobre los árboles

Distingo sus sombras

Los espectros que danzan en ella

Los hermosos espíritus de vidas pasadas

Los esqueletos de hombres y mujeres

Preparados para la fiesta.


Todas las noches hay feria en el bosque

Todas las lunas rueda una música distinta

Muda

Imperceptible para los ojos que sólo saben de Lux.

Por eso soy Xeroftálmico

Veo belleza donde nadie la ve

Esplendor donde sólo existe la noche.

En esa obscuridad de la que les hablo

El hombre deja de ser hombre

Asume,

A partir del elixir interior,

Su rol de corneja,

                               De búho

De felino.


En la noche sucede el bautizo

La iniciación hacia las otras presencias.

Soy Xeroftálmico

Y en eso consiste mi fuerza.

Domino al león, las Monadas, los duendes;

Mi vejez consiste en ver más allá de la noche.


Cuando el día se pone su piel

Y la juventud danza entre mis brazos

-Como una esfera arrojada al vacío-

Mis párpados comienzan a cerrarse

Mi cuerpo se arroja sobre la hierba

Y espero que Selene cante de nuevo en mis fibras

Sus paisajes de fuego,

Sus laberintos de sombras…