…La Emperatriz tiene en sus
manos la cara del cosmos.
La sacerdotisa dobla
la hoja y resume la historia del éter.
Ellas,
Sentadas en sus
lunetas de piedra,
Tienen en sus bucles
el fusil del guerrero,
La antorcha del
“para”,
La nitroglicerina del
kamikaze.
Todo es inexorable
-Dicen-
Todo está en el
brillo de la historia
En las iras que trae
un Anacoreta:
El Caín que la muerte
le reintegra a la vida
Y que va por la noche
trazando su escarnio,
Su castillo mortuorio
de guerra.
¿Quién de ellos el culpable?,
¿El primer Abel?,
¿La primera honda?
Todo es obscuro,
Terriblemente obscuro
en el tarot de los hermanos
Y ninguna golondrina
llamea en la tormenta
Para que restituya
con su sangre
El reflejo de la
muerte sobre el río…