domingo, 2 de marzo de 2014

ANIQUIRONA XI

Pintura de César Santos


XI



Aniquirona
Morir no implica ningún riesgo
La muerte es una puerta
Y el tiempo una ventana
Por donde mis pasos presurosos
Perciben otras cosas, otros mundos.

La inspiración de la locura
¡Oh amada locura!
Se manifiesta en mi suavísima forma
De mirar y asimilar el cosmos
En mi manera de hacerle el amor a la naturaleza.
La tiranía de la normalidad no me socorre
He decidido que mi realidad sea variable,
Indescifrable,
Impredecible.

Así como mis ojos
Perciben a través de las paredes
Y mis manos a través de las quimeras
Mis ideas asimilan con exactitud
Los espacios ingrávidos
Los sueños etéreos de épocas pasadas
En donde me sujeto a la felicidad de la sorpresa.

¿Cómo seguirme?
¿Cómo perseguirme?
Schuaima nos junta a ambos en el universo
En las estrellas
En este infinito sueño que nos llama
En este esperar
Nacer
Abordar el tren
Barajar los días
En este regresar a la vida
A la muerte
Y viceversa.

martes, 25 de febrero de 2014

ENTREVISTA A WINSTON MORALES CHAVARRO




EN BUSCA DE LAS VOCES DEL CAMINO

Para llegar y penetrar tantas verdades
Para viajar y conocer tantas orillas
Basta entregarme a la pasividad de los espejos
A la quietud aparente de sus aguas.

(Winston Morales Chavarro)

De una sencillez insondable, distinguido por ese don de gente, Winston Morales, nos atrapa, nos sorprende y nos embelesa. Sus encuentros y desencuentros, la representación de las voces del camino, los vuelcos gloriosos, místicos, lo convierten en un ser etéreo, un indiscutible poeta, que expande luminosidad a través de su sentir. En su percepción de lo cotidiano, nos transporta a través de sus emociones, a un estado superior, en esa intuición permanente del ser, que juega un papel preponderante en la búsqueda de lux.
Su personalidad poética, penetra el cosmos de manera jubilosa, hilvanando cada palabra en forma apacible, llegando a convertir su inspiración, en cánticos celestiales.
Su yo interior está en constante movimiento, sin premeditación, impulsado simplemente por esa fuerza que lo incita a ser él mismo.

LC: Bien nos manifestaba Jean Paul Sartre en una de sus paradojas: “el hombre es un caos con el ajeno”, ya que el otro siempre nos está condicionando infatigablemente, al señalarnos con el dedo inquisidor, poniendo límites, juzgando.

Si este mundo es de todos y para todos, ¿qué es lo que ocurre en este sentido?


WM: El principio de incertidumbre no puede ser más claro: cada uno introduce una variable de indeterminación en lo que observa. Pero tal y como lo afirmaba Kant (No saber nada de la cosa en sí) me atrevería a decir que ni siquiera somos sujetos que modificamos el objeto, sino que en las relaciones humanas todos somos objetos observados por otros objetos. El otro no sólo nos delimita, sino que también –lo cual me parece aún mucho más grave- nos construye. El ser humano ama las etiquetas, las categorías. He allí la gran lucha del hombre: desvestirse de esos razonamientos extremos y fluir como el río (sin maleza, sin ruido, sin nombres). Eso que nos compone, eso que nos hace, que nos construye desde afuera (la cultura, la religión, la identidad) condiciona y determina lo que observamos, pero no sólo lo determina sino que lo elimina, lo suprime, lo anula. Todo aquello que sea diferente nos produce miedo, nos origina un odio, de allí la necesidad de poner límites. Sólo el hombre que es libre puede observar, mirar las cosas del mundo sin emitir juicios, sólo mirar.

LC: Usted es un ser de luz o lux, en sus poemas irradia un brillo en busca de la verdad, la libertad, el reencuentro entre la vida y la muerte.
Al descubrirse en el espejo, ¿cuáles caminos empieza a recorrer?

WM: El camino de la observación. Creo que la verdadera poesía es la de la experiencia. Puedes escribir los mejores versos, los más profundos, pero la poesía no es letra muerta, no debe serlo. El verdadero camino es el del ascenso, el del crecimiento, el de la revelación interior. Ese el camino que debe transitarse, y ese es el camino que procuro. Aniquirona ha sido mi guía, y su alumbramiento es hacia la desnudez (no de ropas sino de mente). Ante esa realidad me sumerjo, me desvisto de aparatajes, de roles, de títulos. Soy y procuro ser un ser humano. Un ser humano libre de categorías, de exceso de mente, de juicios.


LC: En su voz, se percibe una búsqueda del camino, hay un yo que lo detiene y otro que busca el regreso.

¿Siente acaso qué detenerse en retroceder?

WM: Detenerse es escuchar. La dirección es un acto occidental. No pienso en el ascenso o el descenso –sino es de espíritu-. Para mí el movimiento es un proceso del yo interior, pero no es un movimiento que contenga direcciones. Lo mío es expansión, pero de lux. Busco la expansión, hacia arriba, pero esta expansión no tiene dirección; incluso en la quietud, en la estática, en la no velocidad hay movimiento hacia adentro, hacia los adentros. De vez en cuando debo sacar la cabeza y situarme en un plano físico, terrestre. Debo permanecer en la realidad de una de mis partes; si rompo esa frontera, estoy fracturado como persona.

LC: A pesar de las vicisitudes por la que todos los seres humanos nos toca asumir en este trayecto terrenal, en sus versos hay una dulzura extrema, en medio de la implacable dureza de la vida.

¿Cómo se explica esta paradoja?

WM: La poesía es un espejo; la poesía es el habla del yo interior, del espíritu. La poesía, al igual que la música, es una de las pocas artes que no es artificio, por lo menos no desde el punto de vista del fondo. La forma puede ocultar muchas cosas, el fondo no. Si tú revisas mis libros de poesía, te das cuenta que todos son estados del Winston. El encuentro con Aniquirona, la descripción de su mundo, la incorporación de unos personajes nuevos, recreados en la oposición de una lógica del orden. Luego viene el matrimonio con un ser nuevo, renovado. Lámpara cifrada, por ejemplo, narra esa metempsicosis del Winston humano, un libro que nace de adentro, no de lo que se observa afuera.


LC: Busca las voces del camino para traducirlas… Pero, ¿Cuál es la manera de interpretarlas? ¿Acaso, en un idioma que va más allá de lo tangible e inteligible?

WM:

Leo la naturaleza a diario, miro el sol a los ojos. Una de mis tareas, sin que sea esto un método, es mirar al sol, y escudriñar las voces del camino. Creo que todo objeto, natural o no, tiene información. Las cosas pequeñas me revelan las cosas grandes: puedo encontrar la información del mundo, del multiverso todo, en un grano de mostaza. Ese lenguaje se interpreta a través de una mente ecuménica, conectada con el todo supremo. El inconsciente es un excelente lector de las cosas mudas, de las cosas invisibles y perdurables. Entonces entro en conexión con lo que no tiene forma, con aquello que permanece pero que se esconde. La poesía es un embudo que absorbe ese tipo de presencias.

LC: ¿Cuáles han sido sus obras literarias?

¿Hay alguna en especial que lo ha marcado satisfactoriamente?


WM: Mis obras literarias, más que ejercicios escriturales son experiencias oníricas, pero ante todo son la vida misma. Mi vida no va al margen de la poesía, de hecho, mi vida está determinada, marcada, encausada por la poesía. De tal modo que cada libro es la escritura de mi propia existencia; mis libros son las líneas de mis manos, de mis pies. Si quieres leer mi vida tendrás que leer mi poesía. Y todos me han marcado, pero digamos que Aniquirona es la inaugural, la fundacional. Como decía Flaubert cuando le preguntaban por Emma: soy yo. En este caso, Aniquirona soy yo.
LC: La mitología es un tema apasionante para muchas personas, esos seres inventados por el mismo hombre para darle una explicación a sus dudas y miedos.
En gran parte de sus poemas, estos personajes aparecen como fuente de inspiración.

¿Quiere hablarnos al respecto?

WM: Ante todo, debo aclarar que no creo en la mitología como ficción, como construcción objetiva desde afuera. En mi caso personal, Aniquirona no es una construcción consciente, premeditada. Ella se fue dando, se fue edificando a través de mis dedos, siendo ella misma la fuente inaugural de un mundo. Lo mío es un riesgo, pero no un riesgo por elección. El mundo, Schuaima, fue fluyendo y se fue configurando, y en esa configuración me fue dictando paisajes, atmósferas, personajes, tensiones, tonos. Muchos dirán que esos elementos se repiten en mis libros, incluso en mi novela, pero ¿qué puedo hacer ante esto? Schuaima es mi lugar de enunciación, es mi mundo, es mi locus de residencia. Y contrario a lo que muchos pueden creer, no es un mundo que compita con otros mundos literarios, no se ha creado con ese propósito. Insisto: es un mundo que se fue dando solo, que fue marcando sus cartografías, sus territorios, sus explanadas. Ella misma fue dictando sus personajes, sus elementos de acción.

LC: Por estos días hará el lanzamiento de su último libro Camino a Rogitama, precisamente en Neiva.

¿Se siente orgulloso de regalarle a su tierra natal, este nuevo logro?


WM: Mi tierra natal, vuelvo y repito, es Schuaima. Lo demás son accidentes geográficos. Nací, en el plano físico, en un espacio llamado Neiva (una ciudad a la que respeto por ser el sostén de los seres que amo) pero soy de ningún lugar y de todos los lugares. Cuando duermo, viajo en el no tiempo y en el no espacio, de tal modo que todos los tiempos y todos los espacios (Schuaima) me pertenecen, son míos, me muevo libremente por todas las geografías de lo supraespacial. Los seres humanos somos ciudadanos del mundo; nunca he creído en eso de las territorialidades, así mi territorio primario sea el mundo poético; tampoco asumo la categoría de identidad, pues creo, como decía Bolívar Echavarría, que las identidades son evanescentes. Mi identidad única es el arte, y, con el arte, la música y la escritura. Lo demás, las cosas que creen que soy, se diluyen a cada instante, con cada paso que doy.

LC: Usted es una persona seria, responsable y dedicada en sus estudios, trabajo, amistades. Conozco del aprecio y respeto que sus estudiantes en la Universidad de Cartagena, le profesan.

¿Cuál considera el aspecto clave para que esto suceda?

WM: Ser uno mismo, no asumir roles en la medida que estos roles me separen y distancien de los otros. Un ser humano, otro, es mi espejo, me veo en él, me interpreto a través de él. Entonces un ser humano será mi hermano, mi amigo. Mi función es ayudar a recordar cosas que los muchachos ya saben, ayudarles a encender la lámpara, su lámpara cifrada. El mundo de los adultos me aburre, me parece muy convencional, rígido. De tal modo que me quedo en un no lugar donde las cosas carecen de rótulos, abolengos, clases. Soy, y eso es suficiente.


LC: ¿Qué se siente al recibir un premio como lo fue Premio en la IX Bienal Nacional de Novela José Eustasio Rivera, con su obra “Dios puso una sonrisa sobre su rostro”?

WM: los premios son necesarios en la medida que legitiman una obra, un trabajo, una propuesta literaria. En este caso, soy el primer huilense en ganar la bienal y eso tiene otra connotación. Los premios me han dado cosas, un reconocimiento mediano, que en el plano de los hombres me ha servido para conseguir trabajo, para tener una hoja de vida, para ser leído. Los premios no hacen mi obra, no la fortalecen ni la debilitan, pero son necesarios para validar lo que mucha gente necesita se valide.

LC: Es usted melómano. ¿La música rompe el silencio del cosmos? He llegado con la brisa/Sólo su silencio musical me satisface/Aniquirona:/¡Hablemos de poesía!

WM: La música es el lenguaje de Dios. La música y un medio: La radio. Podría vivir sin muchas cosas, incluso sin muchos libros, pero no sin música. Desde que me levanto me revisto de música. Mi mejor desayuno es la música. Curiosamente, hay cosas que vienen contigo desde antes de nacer. La música es una de ellas. La radio es otra. A veces uno quisiera dar un salto, brincar hacia otras cosas, pero la radio, por ejemplo, es un oficio que se incrusta en el alma; por más que intento alejarme de ella la llevo clavada adentro, atravesada como un puñal. Entonces me sumerjo en la bossa nova, en el jazz, en el rock en español (tengo un programa en la radio). Escucho rock en español todo el tiempo y mi escritura está atravesada por la música.


LC: ¿Cree que la poesía está en su mejor momento? ¿Su auge se debe a que las personas, quieren entender y ver las cosas y las causas de manera sublime?

WM: La poesía no está en peores ni en mejores momentos, eso es un criterio humano. La poesía no pertenece a ese tipo de concesiones. La poesía es, no fue ni será, simplemente es, tiempo presente, eterno. Poetas, buenos y malos, han existido siempre, pero al fin y al cabo, poetas. Si tú tomas un par de aves (un toche y un cucarachero, por ejemplo) sabes que son aves. Qué quién canta mejor de las dos, eso ya es una consideración de tipo humano. Muchos se quedarán con el toche, muchos otros con el cucarachero, eso ya forma parte de la selección, del libre albedrío.

LC: ¿A qué autores nos recomienda en el campo de la poesía?


WM: A César Vallejo, a Maurice Sceve, a William Blake, a William Butler Yeats, a Novalis, a Holderlin, a Gautier, en fin. Creo que la lista es interminable, podría, con sobradas razones, decir que lo profundo está en los prerománticos alemanes e ingleses, y en muchos poetas que se dan después de esta cartografía poética.

LC: Escribir, ¿Es una necesidad, un placer, un don?

WM: Las tres cosas. Y también una dulce condena.


















sábado, 22 de febrero de 2014

ANIQUIRONA X



X




Me sobra coraje para amar la muerte
He viajado a mi niñez en sus espaldas
he visto los helechos colgantes en el patio
el árbol de la vida
el claro de luna
llegándome,
apaciguándome.

Gracias a la muerte
Estoy en Schuaima
Otro modo de existencia
Otra forma de quedarse
Y acostumbrarse a los recuerdos
A uno mismo,
A ese otro conocido.

La roldana y el cubo
Cantaron la caída de mi cuerpo
A través del túnel de las sombras
Su música blanca;
-Cántico dormido al final del pozo-
formó una gigantesca onda
que cubrió de canciones y músicas eternas
mi espíritu de pájaro
mi alma de águila nocturna.

Forastera
He abierto los ojos a la vida
Luego de ese viaje inexorable
Después del paso transitorio por el sueño.
La música de la roldana llegó como el sonido de las aguas.

Antes de que cayeran las hojas de los árboles
Antes de que el viento dibujara otro reloj
Con las estrellas
Estaba en Schuaima

Desprovisto de mi antigua ropa,
Desnudo,
Con los ojos abiertos
Entregado a la pasividad,
Al permanente transcurrir
Por el valle de las tristezas.

lunes, 17 de febrero de 2014

ANAGRAFÍAS-WINSTON MORALES CHAVARRO



Anagrafías sobre Winston Morales Chavarro
Ana Bertha López


Hay personas que te caen bien aún sin conocerlas personalmente y es muy grato cuando ese “caerse” bien se confirma cuando miras a los ojos de esa persona; ese fue el caso con Winston Morales Chavarro. Supe de él por nuestro dilecto y mutuo Juan Pomponio, quien me contó que, a su paso por Colombia, Winston se había portado muy bien con él, de alguna manera nos pusimos en contacto y nos escribimos un par de veces. Lo cierto fue que estuvo presente en el XV Encuentro Binacional de Escritores de Colombia y Venezuela, que se celebró en noviembre de 2007 en la ciudad de San Cristóbal. No sé por qué extraña razón mi mente había decidido que Winston sería un amable señor de alguna cierta edad; y resultó que no. Me encontré con un joven hombre que no llega a los cuarenta años, agradable, alegre y muy atractivo, de hecho unas cuantas féminas asistentes al evento lo comentaron. Un genuino representante del signo zodiacal regente el día de su nacimiento veinte de enero o sea, acuario: generoso, amigo, sensible, creativo, complicado, sencillo; uno y muchos al mismo tiempo. Al leer sus respuestas al cuestionario no me quedaron dudas, fueron respuestas breves, concisas, muchas llenas de romanticismo. “No tengo ratos libres, todos los días respiro y muevo los brazos”.

Para Winston todo es motivo de inspiración, incluso la falta de motivos es un nutriente para escribir. En su vida todo está relacionado con y por la poesía, la literatura: “No las desvinculo, más bien hallo correspondencias. La vida y el trabajo, desde la perspectiva literaria, necesariamente convergen, se vuelven una sola. La vida es literatura, no hay nada más revelador que ella, y el trabajo debe alimentarse de lo que la vida traza a través de la realidad, la suprarrealidad, la ficción y la no ficción, que en últimas se enlazan, se mezclan, se cruzan”. Por ello sus planes a corto, mediano y largo plazo son: “Escribir y escribir. Respirar. Amar y volver a escribir. No creo en los plazos, creo en los instantes, en la simultaneidad, en el retorno, en la vida a partir de la memoria. La vida hacia atrás, marcada por revelaciones de tipo onírico”.

En sus ojos hay un hermoso brillo que habla de amor a la vida, al hecho de vivir; una satisfacción de ser quien es y como es, un brillo que tal vez sea lo que lo vuelve más encantador. No se describe ni autodefine, para ello: “A través de mis libros. Mis poemas son el mejor espejo de lo que soy, incluso de lo que no”. Un hombre sensual y amoroso; lo primero queda al descubierto cuando leemos esta afirmación: “Al cuerpo de la mujer de cuya vida nunca he partido”, al responder cuál es el lugar al que quiere regresar; aunque ésta es una respuesta de doble filo pues puede leerse como la respuesta del hombre sensual que habla de una mujer-amante que ha habido en su vida, pero también puede ser la del hijo que anhela volver a la seguridad del vientre de la madre que es la mujer de cuya vida jamás partirá. Lo amoroso lo entendemos al leer su descripción del amor: “El amor es plenitud. Cuando amas, te conectas con el absoluto, hablas con las cosas mudas”. Y las dos definiciones se patentizan en su filosofía de vida: “El hombre tiene la edad de todas las mujeres. En ellas está la perpetuidad, la simultaneidad, el retorno”.

Winston Morales Chavarro Le preguntamos qué hace actualmente y su respuesta tal vez sea demasiado realista: “Trato de sobrevivir a las incoherencias colectivas e individuales. Trato de sobrevivir a la hecatombe nacional, a las rupturas que sufren a diario la tolerancia, la intimidad, el abrazo, el amor. Observo, me alimento, pero muchas veces ese alimento flagela, lastima, hace mella. Escribo, y la literatura en cierta forma libera, salva, cura. A través de ella hay catarsis, sin embargo, ¿cuándo y cuál la catarsis para el mundo?”. Y como la literatura es su vida, su mundo, le preguntamos si cree que la poesía está en crisis y nos contestó: “La crisis tiene poesía todo el tiempo. La poesía es suprahumana, los de la crisis somos los hombres”. Para él la poesía no sabe de élites, no tiene demarcaciones, limitaciones, clasificaciones. Decir que la poesía es de una élite es un despropósito de clases. El género no existe en la literatura. Opina que la musa llega y luego fabrica.

Un hombre que dice que la música vibra en él, de hecho de tener otra profesión dice: “Músico. Me hubiese encantado ser músico. De hecho, tuve un grupo de rock a finales de los 80’s. También hice radio, radio y televisión local. Me gustaría cantar las canciones de Joao Gilberto, los temas de Tom Jobim. Uno de mis proyectos es abrazar a Joao Gilberto antes de que este grande de la canción se aleje para siempre del Corcovado”. Y para completar agrega: “Híjole. La pregunta correcta sería, ¿qué música no te gusta? En orden de jerarquía me gustan el jazz, el blues, la bossa nova, el rock, el metal, la música alternativa. También disfruto de Manu Chao, a quien no puedo clasificar en ningún genero, y a otros grupos muy contemporáneos”.

Al hablar de Dios comenta que más que decir qué opina él de Dios le gustaría saber qué piensa Dios de él. En cuanto a su aspecto místico, la respuesta fue más parca: “Silencio, silencio, silencio. El poeta no habla”.

Como ya dijimos, todo en su vida se relaciona con la literatura, por eso no extraña para nada la descripción que de su familia hace: “Mi familia es un libro al que todos los días le salen más hojas y cuyo contenido es indescifrable”. Para Winston una grata anécdota es: “Mi encuentro con la literatura, sobre todo con la poesía”. Y un dolor: “El abandono de la escritura”. De su infancia dice: “Fui muy inmaduro. Mi infancia fue muy infantil. Todavía me cuesta madurar. La adultez me parece muy aburrida”. Será por ese aburrimiento que afirma: “Quisiera quedarme toda la vida en los 50. Tengo 45 y de allí no quiero pasar”.

De su cuerpo le gustan las manos y la espalda, aunque reconoce en el escritor un pequeño Narciso. Para él la vida, los seres humanos y los sentimientos son todo un mosaico, nada está desprendido. Existe una correspondencia entre todos los anteriores. Y él mismo es un mosaico de ideas, vivencias, sentimientos, gustos: “Me encantan los camarones, la comida china, el tamal huilense y la paella. Como ves, soy bastante heterogéneo en asuntos de estómago”. O al hablar de sus pintores favoritos: “Van Gogh, también Modigliani”. Un hombre complejamente sencillo... o sencillamente complejo. Un ser humano contento de vivir, de sentir, de respirar, de ser, que a la distancia se le nota ese gusto, esa contentura por la vida. Un poeta, un ser que escribe porque está vivo y siente la vida.