sábado, 7 de septiembre de 2013

POSEIDON



XVIII

POSEIDÓN

 




 Tus pechos bajan como un hilillo de esperma

Por las llanuras de Naxos.

Tu sexo,

Húmedo río que se vierte de Ovellones de plata,

Desciende como un cuchillo de nácar

Por las riberas de Delos.


Nadie ama el mismo cuerpo dos veces,

Nadie se baña en el río del Éter

Más de lo que quisiera.

No obstante,

El flujo-reflujo de tus senos de diosa

Me pesan como una piedra y como una daga

En el Carcaj de Quirón.

Nadie ama el mismo cabello;

Son otros besos, otras manos,

Otros labios

Los que nos recorren,

Los que nos transitan.

Nadie abraza en la misma geometría;

Los ríos descienden de prisa,

Los cuerpos también desembocan.

Habrá un tiempo en que el hombre sepa todo esto:

Nadie ama con las mismas palabras,

Con los mismos miembros,

Con idénticas músicas.

Tú me lo has contado desde la noche de los tiempos:

Nadie se baña en los mismos muslos más de dos veces,

Nadie se sumerge en la misma fuente,

En el mismo cauce.

El cuerpo que sujeto ahora,

La flecha y el arco que tensiono para la caza

Saben que nadie naufraga en el alto de Érix

Y que el amor y la muerte son como el río que no termina de fluir.










domingo, 1 de septiembre de 2013

TESEO





XVII


TESEO


 




Ariadna,

Tú que a través del sueño

Has hilvanado laberintos en las sombras,

Que has zurcido sobre mi cuerpo de extranjero

Cientos de hilos, de cometas y de trenes,

Un centenar de casas para vivir esta muerte

Que sueña con una vida menos dura.


Ariadna

Kilómetros de músicas y esferas

De larvas, de resinas y de estrofas,

Ariadna de metal

Receptiva a la lluvia, a la brisa,

Al latido de los astros.

Tú que a través del sueño

Has bajado cabalgando

Luciérnagas y piedras,

Que has pintado con tu lengua y el cáñamo de tus furias

Poemas legibles en esta vida

Y en la otra que no has tenido todavía

Y en esta muerte

Y en esa otra menos dura

Que aun insiste en demorarse.

Ariadna

Hija de Minos, Rey de Creta,

Tejedora de silencios y de ecos

Ariadna y su búsqueda incesante

¿Por qué persistes en escribirle a mi memoria?


























domingo, 25 de agosto de 2013

SÍSIFO




XVI

SÍSIFO

 




 En el entusiasmo de la noche

Sobresale una autopista que es la que recorro ahora

Y se configura diariamente en la palma abierta de mi cuerpo.

Mi mundo comienza en esta calle,

En estos corredores que marco con las manos

Y cuya boca se sorprende con el vértice de un labio y una arteria virgen.

Siempre el mismo recorrido,

La analogía (montañosa) de un cuerpo accidentado:

los mismos senos, el mismo dorso,

el mismo pubis;

Es un ir y venir determinado por los signos

Y que, no obstante,

complace hasta el tuétano las proporciones de sus oráculos.

¿Qué Daimon es el garante de tal gozo?   


Mi mundo comienza y termina en esta carretera;

Marco con las falanges de mis dedos

-centímetro a centímetro-

la autopista de una espalda intolerante a la aridez.

Voy y vuelvo como la muerte,

Como las obscuras puertas de Tebas o de Argos,

Sobre ciertos caracteres que sólo pertenecen a mi boca.

Las grafías de esa misma boca

Ella las conoce como Proserpina el reino de Plutón.

Voy y vuelvo como la noche,


Me sumerjo en el mismo recorrido,

En la misma vía,

en ciertos atajos que sólo mis manos anticipan.

Bajo algunas calzadas esbozadas por el laberinto

recuerdo el mito que me corresponde

-el mismo sexo, la misma alforja, el mismo ombligo-

y me siento a esperar a que pase el mundo

pues según mis arcanos y relojes

mi Odisea comienza en el ángulo de su vientre abierto

y termina en los recodos trifurcados de su amor.





sábado, 17 de agosto de 2013

PARIS





XV

PARIS

 



Cuando una mujer florece en la tenebrosidad del mar

su rictus es como el aire que rompe las ristras de los barcos

y provoca cierta fractura en el maderamen de los mismos.

Cuando una mujer

Alta,

imperiosa como la proa de los bastimentos,

se abre,

cae desde arriba,

se resume en las olas y en los golpes de la lluvia,

se pueden decir tres cosas sobre ella:

Uno,

que es hija de Poseidón, dios de los océanos,

Y su arte final se congrega en la seducción de nautas y pilotos.


Dos:

Que su presencia obedece a la ira de algún Olímpico

Presto a derrotar nuestra flotilla

Con el argumento sólido de la belleza.

Tres:

y el menos fehaciente de los anteriores,

que el Numen de la Pitia ha decidido congregarla a mis afectos

de modo que resuelva mis batallas

en el tálamo nupcial de sus incendios.

Niego que sea el enamoramiento

Del que ahora me acusan mis súbditos,

lo que me doblega al filo de la espada y de los días,

Pues a pesar de haberme abandonado en la gloria de su guerra

Sé, y soy consciente de ello,

Que sólo puede derrotarme el enemigo:

Menelao, Agamenón, Orestes: el pasado o el futuro griego;


Nunca una mujer

Aunque ahora me prive de la libertad y la victoria

Propias del ostracismo

Y me sumerja en el acantilado hirviente de sus muslos

Viendo como pasa el mar entre mis ojos

Y como la llena luna se tiñe de la sangre

De aquellos que naufragan en el desvarío de la muerte.