XVIII
POSEIDÓN
Tus pechos bajan como un hilillo de
esperma
Por las llanuras de Naxos.
Tu sexo,
Húmedo río que se vierte de Ovellones
de plata,
Desciende como un cuchillo de nácar
Por las riberas de Delos.
Nadie ama el mismo cuerpo dos veces,
Nadie se baña en el río del Éter
Más de lo que quisiera.
No obstante,
El flujo-reflujo de tus senos de diosa
Me pesan como una piedra y como una
daga
En el Carcaj de Quirón.
Nadie ama el mismo cabello;
Son otros besos, otras manos,
Otros labios
Los que nos recorren,
Los que nos transitan.
Nadie abraza en la misma geometría;
Los ríos descienden de prisa,
Los cuerpos también desembocan.
Habrá un tiempo en que el hombre sepa
todo esto:
Nadie ama con las mismas palabras,
Con los mismos miembros,
Con idénticas músicas.
Tú me lo has contado desde la noche de
los tiempos:
Nadie se baña en los mismos muslos más
de dos veces,
Nadie se sumerge en la misma fuente,
En el mismo cauce.
El cuerpo que sujeto ahora,
La flecha y el arco que tensiono para
la caza
Saben que nadie naufraga en el alto de
Érix
Y que el amor y la muerte son como el
río que no termina de fluir.