EL REY MIDAS
Todo lo que toco se convierte en oro;
Tus manos,
Árbol del aljibe,
Fragua donde llamean los metales de la
muerte.
Padezco el mal o el bien,
Me llamo Midas,
Todo toma el matiz extraño del sol y de
las sombras:
Tu boca cuando recae sobre la mía;
Limbo en donde se pierde el brillo de
la noche.
Todo lo que toco
Resplandece en medio de las llamas,
Tu cuerpo,
Brújula de los que ya han marchado,
Tus caderas que retumban
Como el metal bajo el peso de los
yunques.
Todo aquello que pasa entre mis dedos
Y que a veces, también, se detiene como
un río
Me provoca un brillo insoportable a la
mirada
Un resquemor de fuegos en lo fluidico.
Todo lo que toco
Tiene la medida de tus ojos,
De tus gigantescas hebras de cabello,
De tu boca pequeña y dulce como el
metal del agua.
Todo lo que toco se convierte en oro
Tus pechos, tus muslos,
Tus pasos por el hilo delgado de la
tarde,
Todo,
Incluso esta manía de quererte
Sólida,
Lejana,
Bruñida como el acero luego del amor.