domingo, 17 de febrero de 2013

EPÍSTOLA A LA TRAICIÓN



XXIII

EPÍSTOLA A LA TRAICIÓN




Vesánicos del Neguev

Malditos suicidas de estas tierras

Ustedes me han ligado a otro concepto de la muerte.

Yo había huido con el viento Maarabit a otras latitudes

Pero un futuro incierto nublaba la herradura.

Había pensado en restituir la casa

En comprar flores amarillas para la última cena

Pero ya todo estaba dispuesto.

Desde antes de nacer toda está dispuesto:

Nombres, padres, pecados y hasta los más crueles amores

Escritos en el pergamino de los días.

Todo estaba hecho;

La mesa, la última conversación, los deberes,

Las negaciones de la piedra

Antes del canto despavorido de los gallos.

Padre de los desdichados

Lejos estoy de ser mala hierba en el campo de trigo,

Lejos estoy de ser la traición,

El pecado, la cadena maléfica de los evangelios.

¿Quién hubiese hecho lo que yo llevé a cabo?

¿Quién para esculpir el beso amoroso sobre las mejillas marmóreas?

¿Quién para rechazar los treinta denarios y los húmeros?

Soy la semilla de mostaza de la que habló el evangelista,

Los precipicios me producen vértigo

Y no hay más placer sobre mis carnes

Que sentir el peso de la roldana sobre las ropas.

El apóstol no bebe cicuta ,

Se ahorca;

Era menester mío el ahorcarme

-Así estaba escrito-

Era menester buscar el eucalipto de las epístolas

El eucalipto al que le colgaban cuatro hojas

Para colgar mi cuerpo solitario,

Mi cuerpo señalado por la hoguera,

Por la mezquindad de la piedra,

Por el celo de los otros,

Por la bifurcación de los espejos.

Anómalos del verbo

Anarquistas de las escrituras

Es una bella manía esta de aventurar a la muerte,

Una manía constante la del suicidio.

Ahora soy llamado el padre de los suicidas,

De algo serviría tanto esfuerzo?

¿Acaso me recuerdan más que a los otros?

Los ecos de las antigüedades

Saben una verdad que las piedras desconocen;

Yo también  fui un elegido:

El obelisco, la pirámide, la torre del faro

Saben esta historia sollozante,

Historia que ahora comparto con los desdichados,

Con los desposeídos, con los señalados.

Viva el más digno de los doce!

Si había una misión que cumplir

La mía se cumplió con entereza,

Como ninguno de los doce la cumpliría.



















domingo, 10 de febrero de 2013

PAPIRO A LAS HERMANAS DE LÁZARO



XXII

PAPIRO A LAS HERMANAS

DE LÁZARO





 Paseaban en las mañanas por los monasterios de Betfagé.

Las veía con los párpados apagados

Por el insomnio que me causaba

La oscuridad de sus cuerpos.

Sabía la hora de su tránsito

Sabía que desfilaban desnudas por las escalinatas del bosque

Antes del amanecer

Y el rumor descollante de los planetas.

Eran Marta y María

Hermanas de Lázaro,

Eran como dos gotas de lluvia

Sobre las arenas desérticas de Caparnaum,

Como el pétalo del crepúsculo

Sobre las noches brumosas de Tiberíades.

A pesar de la segunda resurrección de la carne

Seguían pensando en levantar en tres días la casa,

En resucitar al Betanio

Para contagiar de belleza a los escribas del templo.

Aun tras la muerte del Nazareno, permanecían bellas

Bellas hasta la saciedad de los últimos caminos.

Lo único que las diferenciaba

Era el aroma inescrutable de sus ropas

El color de sus labios

Retocados por la espesura del bosque.

Paseaban en las mañanas por los monasterios de Betfagé.

En su vorágine vegetal por las riberas del río

Desfilaban desnudas igual que gladiolos, cajetos o sauces llorones

En su travesía hacia las lámparas encendidas de las tinieblas.

Ni el azulejo, ni las chicoras, ni los cafhíes

Provocaban en mí, tantas cosas hermosas

Como el sonido de sus voces

En el traspatio de aquellas casas lejanas.

Eran insoportablemente hermosas

Lozanas, pensativas

Altas como los abetos de las sinagogas

En donde remontaban sus canciones

Y sus oraciones de vírgenes distantes.

Mientras un pecador como yo

Padecía sus encierros, soportaba sus angustias

Y enfrentaba su calvario

Ellas ingenuas

Doblemente ingenuas

Triplemente hermosas

Cantaban el desprecio hacia los hombres de la tierra.











domingo, 3 de febrero de 2013

CORO DE GENTILES EN LAS AFUERAS DE BELÉN




¿Quién es éste que viene en un pollino
 como si el asna con su crío

 fuera el mejor de los santuarios?

 ¿Quién es éste que solía gravitar sobre las aguas

 desafiaba la luz y sus orillas

 y ahora camina sosegado

 sobre las anchas hojas del yarumo?



¿Quién es éste que entra en Rogitama como el mejor de los monarcas

 conoce los territorios de las sombras,

 los precipicios de la muerte

 como las palmas de la mano y sus líneas?

 Este es el danzante de las músicas del cosmos

 La luz que multiplica los peces de los ríos,

 El fuego que llamea en los postigos del sueño.
Cuando sus manos danzan es la lluvia la que danza
 Cuando sus ropas brillan es la luz de otras orillas
 Cuando su neuma emana  es el sol y las estrellas las que emanan.

 ¿Quién es éste que despacha con su voz de agua pura

 A todos los vendedores del templo

 Y redime a la ramera

 Como al más noble de los frutos?

 ¿Quién es éste que una vez crucificado

 se levanta del sepulcro

 llena sus manos de semillas y corales

 y parte con sus trajes

 por los recovecos de las sombras?



¿Quién es éste que multiplicará de nuevo el viaje

 remontará sus pasos por el mundo

 y vendrá a redimirnos?

 Este es el profeta de las sinagogas

 El amo de los árboles del bosque
El padre de todas las esferas
El conocedor de todas las orillas.

Cuando su voz canta es la voz del trueno,

Cuando sus labios hablan es la lengua de la lluvia,

Cuando sus ojos miran son las luminarias las que miran.



¿Quién es éste que conoce los lenguajes de la Tierra

 habla el idioma de los grillos

 y traduce la voz de las quebradas?

 ¿Quién es éste que ama a todas las mujeres

 resucita a los hijos de las sombras

 y da la música al sordo

 y el camino al paralítico?

 ¿Quién es éste que una vez izado en el madero

 divide al humano del humano

 al hombre de los hombres

 y marca el mapa del sepulcro

 para que las luces que se enciendan

 conozcan el camino?

 Este es el hijo de las selvas;

Cualquier sonido que emane de su boca
Se multiplicará setenta veces siete

 En la boca de otros pobladores
Cualquier milagro que fluya de su vida
 Nos nutrirá en la espera de otras muertes,

 Cualquier intento de escalada
 Será la brújula a la luz

 La veleta que anuncie otros caminos.

 ¿Quién es éste

 que una vez desnudo

 resplandecía como el trigo,

 como el ágora, como el espejo?

 ¿Quién es éste que herido y flagelado

 era capaz de sonreír

 mostrar su gracia a los planetas

 y resucitar en medio de las malas premoniciones?

 Este es el hijo de la noche;

Una sola palabra suya

Bastará para minimizar la especie
Una sola palabra suya
Multiplicará el poema
Una sola palabra suya
Será nuestro retorno.