miércoles, 18 de julio de 2012

CAÍN


III

CAÍN




Mi quinto nombre es Caín

Soy la reencarnación del polvo

El hermano mayor de los caballos marinos

El barro que echó raíces

Hasta volverse un hombre

Un río de poemas y arboladuras.

Soy agricultor

Cultivo pájaros y frutas

He vivido la mayor parte del destierro en Nod

Al oriente del Edén

En donde el árbol prohibido

Se extiende hacia los caminos olorosos que ahora circundo.

Soy Caín

Hermano de Abel

Hermano de las hojas secas,

Del viento, de los pinos de Alepo,

De Set, del exilio y de las largas caminatas por la arena.

Gracias a la quijada de un burro

Conozco la voz de las orillas,

El crepitar de la lluvia sobre los mundos subterráneos

El silbido orquestal de las esferas,

Las regiones desérticas del cosmos,

El palpitar angustiado del Mar Muerto.

Soy hijo de una multiplicación de huesos,

De Adamá, de la luz,

del manantial prístino que manó de las manos de mi padre.

Cosecho peces, madreselvas, aves mitológicas,

La belleza de la divina providencia

En donde yo,

Labrador de las palabras,

Soy la parte onírica de las cosas.

Mi quinto nombre es Caín

Soy un barco de polvo

Uno de los primeros nómadas verdes;

De mí descienden Enoc, Irad, Metusael, Lamec

Y todos los hombres que tocan el arpa y la flauta.

No creo en los señalamientos, en las culpas,

Tampoco en el azar

Las cosas están escritas, prefijadas,

Soy agricultor

Y aunque a mi padre azul no le gusten mis cosechas

Hoy,

Después de tanto tiempo,

Vengo a ofrendarle mis poemas.

lunes, 16 de julio de 2012

EVA


II

CANCIÓN DE EVA A ADÁN

(Para mitigar el viaje)





Cuán hermoso es el barro que se levantó de otras orillas

Y se formó como un pájaro en el bosque

Hasta cantar la diadema de los ríos.

Cuán bello su orgullo de hoja seca

Que se doblega como un faro

Al contacto inmisericorde de la espada.

Cuán bello es el hombre que bautizó a los animales de la selva,

Puso nombre a los ríos de la muerte

Y le canta al Chatak de los lejanos pinos

Para que descienda el agua de la acequia

Sobre las viñas y los olivares de las sombras.

Cuán hermoso es Adán

Innumerables son los hijos que le ha arrojado al mundo,

Innumerables las manzanas que lleva bajo el brazo,

Innumerables los ríos que ha sobre-nadado

E innumerables las colinas y las arenas recorridas

En su último destierro.

Cuán hermoso es el pájaro del Génesis:

Su boca tiene la medida exacta de los frutos del Apocalipsis

Y sus ojos las visiones premonitorias

De todos los calvarios:

Las hojas afiladas y serradas

De sus próximos destierros.

Cuán hermoso es Adán

Cuán magna su sabiduría de la muerte

Su tortuoso caminar por los recovecos de esta Terra.

Cuán hermoso el paradigma del sepulcro,

Sus costillas, sus cabellos, sus ojos, sus pestañas,

Sus manos de extranjero

En los confines de otro continente.

Cuán hermoso es Adán

Esta noche me entregaré de nuevo a sus mieses, a sus frutas,

A su siega.

Como quien va de los precipicios de las sombras

Al vórtice inigualable de otro paraíso,

Me entregaré de nuevo a él

Como la última manzana,

Como la última mujer que puebla sobre el mundo.




domingo, 15 de julio de 2012

ADÁN


I

A EVA EN EL DESTIERRO

 

Qué hermosa es Eva

Qué hermosa la serpiente que le rodea

El árbol que crece en su talle

El fruto carnoso que despliegan sus labios

Al posar sobre la ocarina

Su música en las orillas del bosque.

Qué hermoso su cabello

-Grajillas oscuras que caen sobre sus hombros perfumados-

su nariz que respira otros mundos

y crea para tantos laberintos

el azahar y las guirnaldas que los sustituya.

Qué hermosa es Eva

Qué hermosos sus tobillos

Las huellas que dibuja sobre la arena

Para marcar el camino hacia la luz y hacia las sombras.

Qué hermosos los hijos que le ha arrojado al mundo

El río que desciende por las colinas de su vientre

El volcán de sus ojos de fuego.

Qué hermosa esta costilla pensante

Este polvo sagrado

Esta caña aromática

Que guarda en sus pechos fragantes

Otra manzana para las épocas de lluvia.





jueves, 12 de julio de 2012

AH PUCH


XXIX


A Francisco Javier Cubero,  La elipse y la parábola.



Desde que crucé el pórtico de la noche

Mi muerte,

La primera y la última,

Han ido de la mano de Ah Puch.

Desde que estaba chico

Recuerdo la cabeza de pájaro

Y la rama espinosa que asomaba

su portentoso follaje por entre los vitrales

de la noche lluviosa.

Ese noble viajero,

-me decían los pequeños del sueño-

es el dueño de las caras homólogas:

la vida y la muerte, la luz y la sombra,

el incienso y la mirra sobre el espejo de las barcas solares.

Ese noble Extranjero,

-Cantaban los ríos bajando precipitadamente

Por las riberas del bosque-

Es el dueño de los Pumas y los Jaguares,

el creador de todo lo que no existe:

Es decir, lo improbable y lo indeterminado.

Desde que hundía mi rostro en el sueño,

Cuando mis alas tomaban las alas del pájaro Bennu

Para doblar las esquinas de una serpiente,

Ah Puch,

-Otro de las oscuros-

me tomaba en el cuenco de sus ojos tifónicos

y me llevaba por las sombras ligeras

de los mundos perdidos.

Entre las montañas hipostilas y las columnas profanas,

entre el río Usumacinta y los desiertos guatemaltecos, 

aprendí a converger con los cristales y los tamariscos

deduje el lenguaje de los cedros y el de la Oca de Geb.

En el valle de Kaminaljuyu,

Donde ha de levantarse de nuevo la Víbora Verde,

Sucedió esto que estoy narrando; 

Lo juro y lo atestiguo frente a la magnitud del que juzga las almas,

Frente a los ojos inmunes del que abre las puertas de abajo.