XXV
Kinich Kakmoo:
Los espíritus señores de las piedras
preciosas,
Los espíritus señores de los
tigres
te pertenecen.
La
Ciudad de las Piedras que Cantan
está confinada a tu nombre
Como también,
el ostracismo de tu tormento
y la negación de lo demoníaco.
Eres alto y salvaje como el agave;
Tu salto,
Sobre la inmundicia del mundo,
No niegan el obstáculo,
Sin embargo lo redimen,
En el pensamiento unificado de la
forma.
Las caras análogas
De tu linterna de espejos
Se muestran en una infinidad abismada
del uno:
El mundo difuminado de la pirámide,
Las alucinaciones extra-temporales
De un universo inconcreto,
Gaseoso como la idea,
Incoloro como el Alkaest que disuelve
Los cuerpos visibles del tiempo y de
las sombras.
En ti habitan
El Cielo y el Infierno
Pero estos te hacen menos equivalente
Y ponen la tabla esmeraldina
En tus cinco relojes;
Los movimientos de las esferas
Trastadas en las líneas de lo supremo y
oscuro.
Kinich Kakmoo
El tormento del saber
Pesa más que la verdad de la
ignorancia.
¿Qué hombre te tendió la trampa de la
inteligencia?
¿Qué ángel o demonio te condujo por el
cielo refulgente
de la chamanería?
Lo subterfugio escamotea
En el extremo liviano que antecede al
salto:
Tu salto ya está dado
Príncipe panteísta
Y sólo nos aguarda el precipicio,
La caída inexorable del segundo reino.