XXII
A Claudio Obregón Clairin, Maestro en la
Ciudad de
Las Piedras que Cantan.
Soy Itzam Cab
El hombre que nunca muere.
He aprendido en la edad de los
centauros
La representación esquemática de los
números.
Soy Itzam Cab
hijo de la tierra negra,
De Kabah, de Tulum, de la ceniza;
La quinta esencia de las cosas.
Estoy más allá de cualquier abismo,
Soy el uno,
La parábola
La falsedad o la llave.
La puerta estará para ti siempre abierta
Y con ella,
Que es la resurrección de tus muertes
ulteriores,
Los planetas, la música del cosmos, los
caminos,
Los demonios del alambique y el
cinabrio.
He iniciado mi viaje por la gran obra
Soy sacerdote y exorcista
El eje de la rueda
En la cual tú serás carruaje.
El centro de todo éxtasis que es el
tuyo.
Venid
Constreñid la llave
Atibórrate de ser
Avistad la eternidad
Acicalada en los instantes;
Metáfora de desastres que se repiten,
Parábola del eterno retorno
En los círculos de tus manos.
Soy Itzam Cab
Ardo en tu corazón
Y en las esferas de otros corazones
Soy el árbol prohibido de tu propio
paraíso
La
Serpiente Verde que te busca y salva.
Es tu hora,
La hora del equinoccio,
La hora de tu fiesta para el agua y
para el fuego.