jueves, 23 de febrero de 2012

HUNAHPÚ VUCH




IX





Es tiempo de cosecha

En el Reino de la diosa Hunahpú Vuch.

El camino a Rogitama

Está predestinado para el hombre

Y existe una horda sumergida en los espejos

Que dará de beber su rugido de bestia apocalíptica

A la generación de muertos

Que yacen debajo de la tierra.

Los huesos de estos muertos

Se levantarán sobre aquellos jeroglíficos

Estampados en el mundo de Hunahpú Utiú

Y los que estuvieron ciegos

En el trasegar luminoso de la estrella

Abrirán sus ojos a la luz:

A la puerta equidistante de la noche.

Las cerbatanas que proporcionó el último de los eclipses

Contrarrestarán esas huestes de figuras

Que discurren debajo de las sombras

Y el maligno que reposa en los caminos de la villanía

Se tornará débil, pero al mismo tiempo más vengativo,

Más furioso, más inconexo;

Frágil como el filo de un cuchillo,

Pero peligroso en las manos de la adolescencia.

La ira de los perros que aún duermen su canto de venganza

Será opacada por la fusión del fuego y de la tierra

Cuyos elementos se convertirán  en una sola religión

Sin abismo y sin altura

Sin santo ni castigado.

La Serpiente cuyo torso se levanta

Desde las grafías más antiguas

Dejará su vestido de geometra,

Su piel de encomio y sus escuadras

Y hundirá su hocico en el estiércol

Para elevarse igual al loto,

Desde una percepción orgánica

Hacia una percepción del infinito;

Lejos del caos que la parió,

Distante y ajena al último de los Apocalipsis:

El árbol de la vida de los otros paraísos,

 El fruto permisivo en mitad de los espejos.       

           





martes, 21 de febrero de 2012

GUCUMATZ



 
VIII               






En la octava casa lunar,

Donde riela la luz del último eclipse,

Se levanta de su ciclo solar

Gucumatz, La Serpiente-pájaro.

Como tirado por el más pequeño de los rayos

Gucumatz, hijo del viento,

queda impreso en la roca,

Sobrevuela las inmediaciones de los cultivos

La curva vertiginosa de los espejos.

Este viajante de arabescos en el rostro,

De inscripciones y notables escrituras en sus manos,

Conoce la conmoción de los planetas,

Los holocaustos futuros de las montañas.

En la octava casa del aguador

En torno al fulgor de la sangre derramada

En medio de pequeñas esferas,

De cuarzos y terracotas flotantes

Gime y se levanta su esposa.

Río arriba de lo que yace en la muerte

-Entre el meso-aire inextricable de las sombras-

Se encuentran las oquedades del cosmos,

El símbolo fausto de los martillos,

Los brazos inertes de las espadas.

Allí las otras inscripciones;

El retorno de los paladines,

De las flechas,

De la luz desnuda;

Allí los otros arabescos:

La franja larga del inconexo génesis,

La caverna angosta de las profecías,

El vórtice ininteligible de las columnas.














lunes, 20 de febrero de 2012

KAMINALJUYÚ



VII





El calendario de las grandes Eras,

El de las Civilizaciones abruptas,

Asoma su boca de monolito,

Su espesor de disco de piedra

Sobre el cielo tendido de Kaminaljuyu.

El que reina sobre la montaña

-Perdido en la noche de los tiempos-

Ha despertado de su esfera flotante,

Ha transitado por los elementos del mundo

Trazando los arabescos del cosmos

Sobre la piel de Obelisco de algunos terrestres.

¿Qué es lo que está escrito en la Luz de Ixchel?

¿Qué lo que canta la vieja Zaqui-Nimá-Tziís tatuada en el árbol?

El Señor del cielo

-El que gobierna las anchas colinas-

Ha escrito desde los tiempos innumerables

El ardor de los ojos

Que miran de frente a las sombras.

Allí,

En estas extrañas inscripciones

Está el lenguaje de la Terra,

Los orígenes ascendentes de los otros mundos,

La música secreta que reverdece

Sobre los tonos estériles del caos.

¿Cuánto lo dicho por la Guacamaya aguerrida

Que entona con su canto el génesis del fuego?

¿Cuánto lo expresado por las rocas del desierto

Antes de variarse el rumbo

De las esponjas oceánicas?

¿Cuánto en el vuelo exquisito de los colores,

En el constante mensaje de las piedras,

En la permanente cartografía de los cristales?

El que reina sobre la montaña

-Más allá de estas montañas-

ha escrito desde las edades innombrables,

desde los espejos esféricos de la noche

el Apocalipsis de las criptas funerarias,

las láminas de bronce que ensanchan el camino,

los caracteres e ideogramas

que nos hablan de la transición

entre los otros mundos,

del transporte de la Tierra a los confines de otro continente.