domingo, 13 de marzo de 2011

En busca de las voces del camino

En busca de las voces del camino
Lidia Corcione Crescini


Para llegar y penetrar tantas verdades
para viajar y conocer tantas orillas
basta entregarme a la pasividad de los espejos
a la quietud aparente de sus aguas.

Winston Morales Chavarro

De una sencillez insondable, distinguido por ese don de gente, Winston Morales Chavarro nos atrapa, nos sorprende y nos embelesa. Sus encuentros y desencuentros, la representación de las voces del camino, los vuelcos gloriosos, místicos, lo convierten en un ser etéreo, un indiscutible poeta, que expande luminosidad a través de su sentir. En su percepción de lo cotidiano, nos transporta a través de sus emociones, a un estado superior, en esa intuición permanente del ser,que juega un papel preponderante en la búsqueda de lux.

Su personalidad poética penetra el cosmos de manera jubilosa, hilvanando cada palabra en forma apacible, llegando a convertir su inspiración en cánticos celestiales.

Su yo interior está en constante movimiento, sin premeditación, impulsado simplemente por esa fuerza que lo incita a ser él mismo.



LC: Bien nos manifestaba Jean Paul Sartre en una de sus paradojas: “el hombre es un caos con el ajeno”, ya que el otro siempre nos está condicionando infatigablemente, al señalarnos con el dedo inquisidor, poniendo límites, juzgando. Si este mundo es de todos y para todos, ¿qué es lo que ocurre en este sentido?

WM: El principio de incertidumbre no puede ser más claro: cada uno introduce una variable de indeterminación en lo que observa. Pero tal y como lo afirmaba Kant (no saber nada de la cosa en sí) me atrevería a decir que ni siquiera somos sujetos que modificamos el objeto, sino que en las relaciones humanas todos somos objetos observados por otros objetos. El otro no sólo nos delimita, sino que también —lo cual me parece aun mucho más grave— nos construye. El ser humano ama las etiquetas, las categorías. He allí la gran lucha del hombre: desvestirse de esos razonamientos extremos y fluir como el río (sin maleza, sin ruido, sin nombres). Eso que nos compone, eso que nos hace, que nos construye desde afuera (la cultura, la religión, la identidad) condiciona y determina lo que observamos, pero no sólo lo determina sino que lo elimina, lo suprime, lo anula. Todo aquello que sea diferente nos produce miedo, nos origina un odio, de allí la necesidad de poner límites. Sólo el hombre que es libre puede observar, mirar las cosas del mundo sin emitir juicios, sólo mirar.

LC: Usted es un ser de luz o lux, en sus poemas irradia un brillo en busca de la verdad, la libertad, el reencuentro entre la vida y la muerte. Al descubrirse en el espejo, ¿cuáles caminos empieza a recorrer?

WM: El camino de la observación. Creo que la verdadera poesía es la de la experiencia. Puedes escribir los mejores versos, los más profundos, pero la poesía no es letra muerta, no debe serlo. El verdadero camino es el del ascenso, el del crecimiento, el de la revelación interior. Ese el camino que debe transitarse, y ese es el camino que procuro. Aniquirona ha sido mi guía, y su alumbramiento es hacia la desnudez (no de ropas sino de mente). Ante esa realidad me sumerjo, me desvisto de aparatajes, de roles, de títulos. Soy y procuro ser un ser humano. Un ser humano libre de categorías, de exceso de mente, de juicios.

LC: En su voz se percibe una búsqueda del camino, hay un yo que lo detiene y otro que busca el regreso. ¿Siente acaso que detenerse es retroceder?

WM: Detenerse es escuchar. La dirección es un acto occidental. No pienso en el ascenso o el descenso —si no es de espíritu. Para mí el movimiento es un proceso del yo interior, pero no es un movimiento que contenga direcciones. Lo mío es expansión, pero de lux. Busco la expansión, hacia arriba, pero esta expansión no tiene dirección; incluso en la quietud, en la estática, en la no velocidad hay movimiento hacia adentro, hacia los adentros. De vez en cuando debo sacar la cabeza y situarme en un plano físico, terrestre. Debo permanecer en la realidad de una de mis partes; si rompo esa frontera, estoy fracturado como persona.

LC: A pesar de las vicisitudes por las que todos los seres humanos nos toca asumir en este trayecto terrenal, en sus versos hay una dulzura extrema, en medio de la implacable dureza de la vida. ¿Cómo se explica esta paradoja?

WM: La poesía es un espejo; la poesía es el habla del yo interior, del espíritu. La poesía, al igual que la música, es una de las pocas artes que no son artificio, por lo menos no desde el punto de vista del fondo. La forma puede ocultar muchas cosas, el fondo no. Si tú revisas mis libros de poesía, te das cuenta de que todos son estados del Winston. El encuentro con Aniquirona, la descripción de su mundo, la incorporación de unos personajes nuevos, recreados en la oposición de una lógica del orden. Luego viene el matrimonio con un ser nuevo, renovado. Lámpara cifrada, por ejemplo, narra esa metempsicosis del Winston humano, un libro que nace de adentro, no de lo que se observa afuera.

LC: Busca las voces del camino para traducirlas... Pero, ¿cuál es la manera de interpretarlas? ¿Acaso, en un idioma que va más allá de lo tangible e inteligible?

WM: Leo la naturaleza a diario, miro el sol a los ojos. Una de mis tareas, sin que sea esto un método, es mirar al sol, y escudriñar las voces del camino. Creo que todo objeto, natural o no, tiene información. Las cosas pequeñas me revelan las cosas grandes: puedo encontrar la información del mundo, del multiverso todo, en un grano de mostaza. Ese lenguaje se interpreta a través de una mente ecuménica, conectada con el todo supremo. El inconsciente es un excelente lector de las cosas mudas, de las cosas invisibles y perdurables. Entonces entro en conexión con lo que no tiene forma, con aquello que permanece pero que se esconde. La poesía es un embudo que absorbe ese tipo de presencias.

LC: ¿Cuáles han sido sus obras literarias? ¿Hay alguna en especial que lo ha marcado satisfactoriamente?

WM: Mis obras literarias, más que ejercicios escriturales son experiencias oníricas, pero ante todo son la vida misma. Mi vida no va al margen de la poesía, de hecho, mi vida está determinada, marcada, encauzada por la poesía. De tal modo que cada libro es la escritura de mi propia existencia; mis libros son las líneas de mis manos, de mis pies. Si quieres leer mi vida tendrás que leer mi poesía. Y todos me han marcado, pero digamos que Aniquirona es la inaugural, la fundacional. Como decía Flaubert cuando le preguntaban por Emma: soy yo. En este caso, Aniquirona soy yo.

LC: La mitología es un tema apasionante para muchas personas, esos seres inventados por el mismo hombre para darle una explicación a sus dudas y miedos. En gran parte de sus poemas, estos personajes aparecen como fuente de inspiración. ¿Quiere hablarnos al respecto?

WM: Ante todo, debo aclarar que no creo en la mitología como ficción, como construcción objetiva desde afuera. En mi caso personal, Aniquirona no es una construcción consciente, premeditada. Ella se fue dando, se fue edificando a través de mis dedos, siendo ella misma la fuente inaugural de un mundo. Lo mío es un riesgo, pero no un riesgo por elección. El mundo, Schuaima, fue fluyendo y se fue configurando, y en esa configuración me fue dictando paisajes, atmósferas, personajes, tensiones, tonos. Muchos dirán que esos elementos se repiten en mis libros, incluso en mi novela, pero ¿qué puedo hacer ante esto? Schuaima es mi lugar de enunciación, es mi mundo, es mi locus de residencia. Y contrario a lo que muchos pueden creer, no es un mundo que compita con otros mundos literarios, no se ha creado con ese propósito. Insisto: es un mundo que se fue dando solo, que fue marcando sus cartografías, sus territorios, sus explanadas. Ella misma fue dictando sus personajes, sus elementos de acción.

LC: Por estos días hará el lanzamiento de su último libro, Camino a Rogitama, precisamente en Neiva. ¿Se siente orgulloso de regalarle a su tierra natal, este nuevo logro?

WM: Mi tierra natal, vuelvo y repito, es Schuaima. Lo demás son accidentes geográficos. Nací, en el plano físico, en un espacio llamado Neiva (una ciudad a la que respeto por ser el sostén de los seres que amo) pero soy de ningún lugar y de todos los lugares. Cuando duermo, viajo en el no tiempo y en el no espacio, de tal modo que todos los tiempos y todos los espacios (Schuaima) me pertenecen, son míos, me muevo libremente por todas las geografías de lo supraespacial. Los seres humanos somos ciudadanos del mundo; nunca he creído en eso de las territorialidades, así mi territorio primario sea el mundo poético; tampoco asumo la categoría de identidad, pues creo, como decía Bolívar Echeverría, que las identidades son evanescentes. Mi identidad única es el arte, y, con el arte, la música y la escritura. Lo demás, las cosas que creen que soy, se diluyen a cada instante, con cada paso que doy.

LC: Usted es una persona seria, responsable y dedicada en sus estudios, trabajo, amistades. Conozco del aprecio y respeto que sus estudiantes en la Universidad de Cartagena le profesan. ¿Cuál considera el aspecto clave para que esto suceda?

WM: Ser uno mismo, no asumir roles en la medida que estos roles me separen y distancien de los otros. Un ser humano, otro, es mi espejo, me veo en él, me interpreto a través de él. Entonces un ser humano será mi hermano, mi amigo. Mi función es ayudar a recordar cosas que los muchachos ya saben, ayudarles a encender la lámpara, su lámpara cifrada. El mundo de los adultos me aburre, me parece muy convencional, rígido. De tal modo que me quedo en un no lugar donde las cosas carecen de rótulos, abolengos, clases. Soy, y eso es suficiente.

LC: ¿Qué se siente al recibir un premio como lo fue la IX Bienal Nacional de Novela José Eustasio Rivera, con su obra Dios puso una sonrisa sobre su rostro?

WM: Los premios son necesarios en la medida que legitiman una obra, un trabajo, una propuesta literaria. En este caso, soy el primer huilense en ganar la bienal y eso tiene otra connotación. Los premios me han dado cosas, un reconocimiento mediano, que en el plano de los hombres me ha servido para conseguir trabajo, para tener una hoja de vida, para ser leído. Los premios no hacen mi obra, no la fortalecen ni la debilitan, pero son necesarios para validar lo que mucha gente necesita se valide.

LC: Es usted melómano. ¿La música rompe el silencio del cosmos? “He llegado con la brisa / Sólo su silencio musical me satisface / Aniquirona: / ¡Hablemos de poesía!”.

WM: La música es el lenguaje de Dios. La música y un medio: la radio. Podría vivir sin muchas cosas, incluso sin muchos libros, pero no sin música. Desde que me levanto me revisto de música. Mi mejor desayuno es la música. Curiosamente, hay cosas que vienen contigo desde antes de nacer. La música es una de ellas. La radio es otra. A veces uno quisiera dar un salto, brincar hacia otras cosas, pero la radio, por ejemplo, es un oficio que se incrusta en el alma; por más que intento alejarme de ella la llevo clavada adentro, atravesada como un puñal. Entonces me sumerjo en la bossa nova, en el jazz, en el rock en español (tengo un programa en la radio). Escucho rock en español todo el tiempo y mi escritura está atravesada por la música.

LC: ¿Cree que la poesía está en su mejor momento? ¿Su auge se debe a que las personas quieren entender y ver las cosas y las causas de manera sublime?

WM: La poesía no está en peores ni en mejores momentos, eso es un criterio humano. La poesía no pertenece a ese tipo de concesiones. La poesía es, no fue ni será, simplemente es, tiempo presente, eterno. Poetas, buenos y malos, han existido siempre, pero al fin y al cabo, poetas. Si tú tomas un par de aves (un toche y un cucarachero, por ejemplo) sabes que son aves. Que quién canta mejor de las dos, eso ya es una consideración de tipo humano. Muchos se quedarán con el toche, muchos otros con el cucarachero, eso ya forma parte de la selección, del libre albedrío.

LC: ¿A qué autores nos recomienda en el campo de la poesía?

WM: A César Vallejo, a Maurice Sceve, a William Blake, a William Butler Yeats, a Novalis, a Hölderlin, a Gautier, en fin. Creo que la lista es interminable, podría, con sobradas razones, decir que lo profundo está en los prerrománticos alemanes e ingleses, y en muchos poetas que se dan después de esta cartografía poética.

LC: Escribir: ¿es una necesidad, un placer, un don?

WM: Las tres cosas. Y también una dulce condena.


viernes, 11 de marzo de 2011



Piedra de Canto

Publicado por Claudio Obregón Clairin
http://literaturaymundomaya.blogspot.com/


Los reyes mayas se nombraban a si mismos ahauob que significa quienes determinan, hablan o dirigen y es que el discernimiento vuelto palabra transfigura nuestro mundo y hace tangibles realidades alternas. La voz que determina ofrece un sentido a la vida y descifra los secretos del caos a través del ritual, los ahauob heredaron de su pasado siberiano algunas prácticas chamánicas, las sublimaron en un corpus de escenificaciones teatrales y sustentaron su poder con la voluntad de las entidades divinas.


En el universo no hay moral sino eventos que en nuestros soles adjetivamos y discernimos racionalmente, quizá por ello la felicidad nos dura apenas dos pensamientos, al tercero, nos asalta la duda; en aquellos tiempos de memoria pétrea, los ahauob ritualizaron los eventos humanos y los del cosmos, incorporaron a sus pensamientos la presencia de consciencias inorgánicas, desvanecieron los misterios y las dubitaciones con la palabra, la danza y el sacrificio, fijaron su atención en el filtro que unifica al más allá con la realidad consciente.


La palabra maya fue un vínculo con lo sagrado, cómplice del tiempo circular, mensaje divino, instrumento sonoro y lítico con el que los ahauob interpretaron las mundanas circunstancias, tornaron presente los tiempos sin memoria, avistaron los secretos del instante y comulgaron con la otredad en el plano consciente.


Las piedras calcáreas de la Península de Yucatán originalmente tuvieron forma de microorganismos, crustáceos y moluscos que sorprendidos por la impermanencia y el derrotero de la vida, inexorablemente sedimentaron sus cuerpos matéricos en un instante acuoso, miles de años después, emergieron violentamente a la atmósfera terrestre y configuraron el sostén de plantas, animales, humanos y consciencias inorgánicas.


Piedras que una vez contuvieron vida fueron agujeradas para sembrar en ellas, más tarde, la fascinación condujo a los seres de maíz a desprenderlas de su aparente quietud y edificar Montañas Sagradas o labrar jeroglíficas hierofanías, la piedra fue manipulada, sacralizada y transfigurada en un destello de la condición humana.


Occidente determina que la comunión divina es el resultado del delirio de persecución pero en el Mundo Maya, es el fruto de la evocación de certezas. Para la Cosmogonía Mesoamericana, en el origen fue el movimiento, la palabra y la piedra de canto, trilogía que vinculó a los seres humanos con lo divino y ubicó a su mortal imagen como un reflejo del cosmos. Delante a la racionalidad cartesiana, los dioses precolombinos juegan a multiplicarse entre la luz y la sombra, sus caprichosas actividades unen al cerca y al junto, zurcen los deseos con el dolor y recrean al silencio como la substancia que otorga las respuestas.


En nuestros soles, los poetas reconocen los rituales que regresan a la vida aquellas piedras sagradas, Winston Morales ha sido tocado por el halo de las palabras suspendidas en la memoria de la selva, en su interior, se ha gestado una realidad que transgrede a las geografías y al tiempo, su voz recrea los ancestrales paradigmas que nos devuelven las líticas mitogonías de los ahuob.


Explorador de grafías invisibles, Winston evoca esculpiendo las palabras de la ciudad donde las piedras cantan, en su obra poética observamos cómo desgarra su identidad para con lux convertirse en un escribano de la otredad, reconocemos en sus cuestionamientos los fenómenos que convierten en polvo o cristal a una misma esencia, los números sagrados mayas danzan junto al hombre pájaro-jaguar y la sangre fuera del cuerpo trasciende a la muerte para convertirse en ch´ulel, aquel mágico vocablo que fue nutrimento divino, aire sagrado en el umbral de la noche, envolvente oscuridad que hoy se entiende como final pero en el recuerdo de las lunas mayas era considerado como el inicio de la existencia de todo lo que es y de aquello que no se ve pero se siente, en ese acuerdo, la serpiente voladora rememoraba su origen chamánico-boreal, descendía al ámbito terrestre para incrustarse --cual bastón de siembra-- en la oquedad subterránea y comulgaba con la húmeda esencia generadora de la carne que ya no es carne sino presencia en otros mundos dentro del mundo.


Winston Morales nombra a los animales sagrados y evoca los Lugares de Poder para que al ser pronunciados por nuestras identidades, caminemos junto a él en la ciudad de las piedras que cantan y percibamos el perfume de la unicidad y del asombro, es entonces cuando reconocemos que la poesía bruñe bálsamos y flores en la parábola que los sacerdotes transitan cuando veneran a los árboles sagrados.


Habitando el sacro silencio, nuestras manos reconocen que todo posee un nombre, lo supremo se nos revela con aproximaciones, con lúdicas imágenes que dibujan la vastedad de lo etéreo, Winston reconoce esa suprema circunstancia y por ello pregunta para develar al ser que habita en la curva, despoja a la piedra del musgo interpretando al pensamiento eterno, en ocasiones hiere su osadía y las entidades divinas nos recuerdan que la muerte también es polvo estelar, entonces nuestra vida experimenta una luminosa carrera por el abismo, encontramos una abertura en el cosmos, un sueño en el absoluto y una escalera diagramada en los espejos.


En la obra poética de Winston Morales, las palabras vueltas piedras de canto danzan con el fuego y nos aproximan a los rumores de ciudades invadidas por el verde tiempo, se funde nuestra respiración con el aire, la libertad se entiende como serena risa redentora situada en los recovecos de Schuaima y, con los ojos abiertos, recordamos los atávicos momentos en los que los valles se unen a las estrellas.


Canto I


Hunab Kú,


Tú que te engendras en ti mismo,


Que no tienes más círculos en tu mano


Que la propia nave del sol;


Tú cuyas estrellas errantes te circundan


Y llegan como un dios supremo


A posarse en tu vientre


Sin detener tus pasos;


Estás ahora tendido


Sobre la hierba del bosque.


Tú que recorres los espacios y tiempos de todos los tiempos,


De todas las áreas del tiempo


-flecha continental de la muerte-,


Estás ahora esparcido como verde manzana,


Tallo al viento,


Raíz a la tierra del árbol.





Nave de los mundos


Fuerza infinita del no-ser


Del precipicio,


Del ingrávido cosmos


Que flota y circula


Por lo que ya fue


Por lo ya sucedido;


Estás ahora en el ahora,


En el instante:


Fresco,


Reluciente como la hoja que cae


-Mas no encuentra piso en su caída-


Espada que parte el lienzo de las estrellas,


Cabellera celeste que conoce el mañana


El ayer de los sueños,


Estás ahora como piedra del sur


Poblado de viajes y mapas


de movimientos aleatorios;


Estás como un mensaje de las esferas


En mitad de la noche:


Recónditamente escondido,


Sumergido en el espejo de las pequeñas presencias.




Canto VI


El camino subterráneo,


El que conduce a Ich-Caan-Sihó,


No acaba, No tiene fin,


No posee principio.


Es tan aéreo, tan terrestre, tan oceánico,


Como el viento, como la roca, como las estepas de Uaxactún.


El camino


-El del ascenso o el descenso-


No tiene forma,


Está lleno de resquebrajaduras;


Su aire enrarecido,


Cargado de cerbatanas y de hondas,


Dificulta un poco nuestra respiración física


Porque antes de emprender la respiración del espíritu,


De la conciencia,


Un hálito de luz empieza por llegarnos,


Por encender los pulmones de nuestro misticismo.


El camino,


El que viene cargado de aromas,


De Jaguares de piedra


Nos espera,


Es apto para todos,


Está abierto en la hora en que a cada uno le corresponde;


En la hora en que el himno del Peyote


Iza su música en el oído de nuestra propia muerte.


El camino


-Los códices ya han hablado de él-


El que conduce a la puerta de los otros mundos,


El de la etapa postrera que nos redime


No finaliza,


No tiene ángulos,


No posee redondez


Tiene la exactitud de todos los pasos,


La similitud lejana y distante


De todos los espejos.

lunes, 19 de octubre de 2009

ANIQUIRONA, POEMA 26


Há uma mulher em minha casa
Eu não sei quem olha para o canto, para o mundo
Cuja mulher de volta
é o vientol
árvore noite
como uma oração para os casos difíceis.

Há uma mulher
Eu não sei
e ainda assim eu sei que é um pretexto.

Como se o sonho não foi suficiente
para entender completamente,
minha mente se volta para as alturas
como candidato a não sei o morro
Eu não sei de que precipício.

Há uma mulher que se casou comigo
quando eu descobri apenas
que nasci para ser um homem ou dormir.

Uma mulher de cera e maçãs gigantes Guáimaros
uma suave feminino e suado
o que acontece a um rio
resmungando ventos moderados de nostalgia
me plausível ou fantástico mundo
uma mulher em meus sonhos
uma mulher em quem eu não sei o que locais
para fazer curvas.

A mulher a quem as árvores, os pássaros
e até mesmo campos
quotidiano falado
com uma vocação maravilhosa
COMUNICAM-lhe segredos inescrutáveis
pedras e rios

Há uma mulher que olha nos meus mundos subterrâneos
E os seios decantado balsâmico
todas as sombras eu vivo
uma morte e sabe todos os segredos das minhas noites
espezinhado a lua macia
da minha angústia.

Winston Morales Chavarro
Traducción de Diva Franco.

jueves, 3 de septiembre de 2009

COLECCIÓN VIERNES DE POESÍA

WINSTON MORALES CHAVARRO



Imágenes oníricas hechas verso en la obra de Winston Morales

Bogotá D.C., Ago. 19 – Agencia de Noticias UN– Se presentó el cuadernillo número 69 de la Colección Viernes de Poesía de la Universidad Nacional que en este número publica una Antología de la obra de Winston Morales Chavarro, comunicador social y magíster en estudios de la cultura que actualmente se desempeña como profesor en la Universidad de Cartagena (Colombia).

La colección Viernes de Poesía, surgió a partir del programa del mismo nombre que se empezó a realizar en la Universidad Nacional de Colombia desde hace dos años. Como explica su coordinador, Fabio Jurado Valencia, tanto el programa como la colección han contado con el apoyo del Departamento de Literatura, de la Facultad de Ciencias Humanas y de los estudiantes de distintas facultades que han consolidado con su asistencia este escenario para la poesía.

Morales, quien en la versión pasada de la Feria del Libro ya había participado en una lectura de poesía, destacó la serie de sucesos afortunados relacionados con la presentación de su Antología dentro de la colección de Viernes de Poesía: “Básicamente el número del cuadernillo, que es el número 69, es para mí un número mágico, un número compacto, un número completo, por el mismo hecho de que yo haya nacido en el 69.



La mitología es la base de la cual Morales parte para estructurar su poesía, y eso se ve plasmado en su Antología: “Hay un mundo fundado acá que es el mundo de Aniquirona, hay un lugar que se llama Schuaima, se incorporan unos personajes bíblicos, después hay un homenaje, una celebración; hay un libro que es reconocimiento a esa gran cultura Maya que se llama Las piedras que cantan; y hay un libro que se llama Lámpara cifrada que es un encuentro con mi yo interior, un encuentro muy personal poéticamente hablando”.

Para Morales, el valor de su poética en el contexto nacional, radica en su originalidad: “Se aparta, es la particularidad que no narra un mundo interior o un mundo exterior, sino un mundo que atraviesa mucho más que eso, que es el encuentro con una mujer onírica”. El escritor explica que su obra no surgió como algo premeditado, sino que se fue dando a partir de apariciones oníricas donde “se dictaban versos, se dictaban frases”, incluso los nombres de los libros son extraídos del sueño.



Tres libros de poesía, una novela y un libro de ensayos sobre el ocultismo “que es un tema que me apasiona profundamente”, son los proyectos inéditos que Morales prepara.

Aunque la presentación de los cuadernillos de los escritores Ricardo Cuellar (Cuadernillo 70) y Eduardo García (Cuadernillo 68) también estaba programada en el marco de la vigésimo segunda versión de la Feria del Libro, por dificultades en el arribo de ambos escritores al país, debido a que ambos viven en el exterior, la presentación de sus obras tendrá lugar en la Universidad Nacional en las próximas semanas.