Pintura de César Santos |
XVI
En
las mañanas
Cuando
llueven estrellas
Y
hojas balsámicas de los árboles
Pienso
en los millones de años
Que
van con mis raíces
Con
mi andar deliberado por el cosmos.
Justo
en este espacio
He
vuelto a dar contigo,
La
brisa y la lluvia de los tallos
Te
han traído hasta mis días
El
miedo al miedo ya no existe
Como
tampoco existe
El
miedo a Schuaima.
A
ti
Mujer
de reinos luminosos
Te
debo el conocer
La
infinidad de orillas que posee la muerte
La
orilla amarilla de la muerte
Esa
muerte que me seduce y apasiona.
Pero
no amo el suicidio
Pienso
que es un pretexto de la vida
Para
buscarte demasiado pronto
Yo
no te busco forastera
Llevo
en mis bolsillos
El
mapa transparente de tu tierra
Y
puedo cruzar cuando me parezca.
Por
ahora
La
tierra de los sueños y las luces
De
los ecos y las voces
La
tierra que es tuya y de nadie
Que
es tuya y de todos
No
me pertenece.
Yo
no pierdo la razón entre los muertos
Los
espíritus de luz me crucifican
Pero
he muerto tantas veces
Que
ahora es más usual la crucifixión en vida.
Déjame
partir amada forastera
El
tren de Schuaima sale a las nueve
Y
yo aún conservo tres tiquetes de regreso.
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