XX
Todos los hombres que Kukulcán ha sido
-Siete que se sepa-
guardan entre sí cierta simetría
que los hace
uno en el espacio
y muchos en el tiempo:
equidistantes y cercanos como un
bosque.
-Siete que se sepa-
son los que han atravesado los pórticos
del sueño
siendo el sueño él mismo
en una doble balaustrada del espejo.
Todos los hombres que Kukulcán ha sido
Manufactureros del elixir de la muerte
Han emprendido en la ruta numérica del
viaje
La jerarquía cósmica que todo lo
conoce, todo lo diluye,
Todo lo separa.
“Lo que el hombre pueda desear, pedir y
esperar”
-Según Kukulcán-
Claves que se conmemoran en las hojas
serradas y afiladas del destierro
Vienen del allá
De Yaxchilán o de Quirigua
-Según se quiera-
Donde está el periodo iniciático del
mago
La flecha incólume de los argonautas.
Todos los hombres que Kukulcán ha sido
Han viajado a través de nueve esferas,
nueve capas;
Cada vez que un vehículo se detiene en
el camino
Se hace necesario emprender en otro el
viaje,
-Dice Kukulcán, el emplumado-;
han soltado su vuelo en las
estribaciones de la noche,
resucitado en la carta final de los
otros jugadores.
Todos los hombres que ahora cruzan el
abismo
-Nueve en total-
llevan su cúpula de sándalo en la muerte.
La lámpara, el barandal,
La ablución, el ajarafe
Guardado en lo que Kukulcán denomina
“Lo sin nombre”
brotan y emergen como el henequén en la
primavera
como los esmaltes traslúcidos del
viento y de las sombras.
Todos los hombres y ninguno
Poseedores del silencio y lo inanimado,
De lo inexacto y lo gaseoso,
Habitan ahora la Ciudad de las Piedras
parlantes,
En la orilla argente de las estaciones.
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