(Arco de Labná dibujado por Frederick Catherwood.)
IIII
Inscripciones extrañas
Sobre el círculo de bronce de los espejos.
Apariciones de humo
Que inicialmente cegaban mis ojos
Pero que ahora,
Luego de este trayecto
Por los candiles de aceite de los viejos campanarios,
Me he acostumbrado a ver
A través de la claridad de la noche.
Soles divinos
Que se yerguen sobre la superficie de los afluentes,
Propia de algún culto extraño,
Acaban por ilustrarme
Sobre lo inaccesible y lo intangible;
Lo que ahora reposa sobre la resina del cosmos,
Sobre el silencio de Labna,
El eco de los acantilados y los murallones de fuego.
La incandescencia de las orillas
Convergen en estos puntos
“Como el rugir de una gran masa de agua”
sobre lo omnisciente y todo-poderoso,
que no va más allá de su propia muerte,
que no aspira más
que su propia venganza.
Después de cerrarse este círculo con su rodillo
Se abrirán los cielos
Como un repaso difuminado de las estrellas,
Se cegarán las puertas
De ciertas inscripciones
Y ascenderá de la tierra
Una lengua de fuego
Que hendirán el pasado de muchos mortales
Empujándolos a la luz;
A la única y verdadera arca del mundo;
El tránsito a las cuatro caras del sol,
Los arabescos finales de los planetas.
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