sábado, 11 de febrero de 2012

HUNAHPÚ

II

Como una estrella de ocho puntas

Como una barca de fuego suspendida en el éter,

Hunahpú,

Ataviado con alas y figuras flotantes,

Me enseñó a respirar la escritura del mundo

-La subterránea y oceánica,

La aérea y la terrestre-.

Me enseñó a manejar el metal en sus múltiples formas,

A invertir los elementos primarios del suelo.


Esta deidad procedente de la Óneiros,


De las cimas sagradas de distantes culturas,

Me confesó los secretos recónditos de la muerte

El misterio sólido de las estatuas,

El idioma antiguo de las pirámides.

Un Gato demoníaco con cabeza de hombre

Le regala su canto

Y con él

Le transmite la herencia de diversos planetas,

Los hilos de las estrellas concéntricas de la Pampa;

Secretos que él confiesa a los cuatro caminos

Y que llegan a mi oído como un pequeño rodillo,

Como un hálito celeste al borde de las columnas.

Esta estrella roja arrojada del fuego

Hijo del Xibalbá y de la noche

Viene del árbol de la vida

Con una tea sobre su espalda

Y de él emana el resplandor hacia los otros mundos,

La estrella que pende en las afueras del cielo.












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