domingo, 15 de mayo de 2011

Aproximaciones de Marcel Kemadjou Njanke a Rogitama.



Odiseo del amor


Marcel Kemadjou Njanke
Poeta
Dúala, Camerún



1


Desde la mitología del Egipto de los faraones hasta los
palacios de oro del imperio Asante (Ghana), desde las
enseñanzas de los sacerdotes de las pirámides hasta las
parábolas de la cofradía secreta del Komo(Malí), un pájaro
recorre los continentes y el vacío repitiendo: ‘Sankofa,
Sankofa, Sankofa…’ Este pájaro vuela, va adelante mientras
sus ojos están excavando los siglos apagados.

2


‘Sankofa’, ‘Sankofa’, ‘Sankofa’… Es evidente que esta palabra
polvorosa resuena también, como un eco o como un
resurgimiento, entre las líneas de estas hojas verdes que
Winston Morales Chavarro, nos da a oler y a comer, hojas
que se llaman sencillamente, acaso humildemente : Camino
a Rogitama.


3


Este pajáro que construye su camino, convoca su futuro,
mora en su presente con las sabidurías que yacen en la
oscuridad de lo antiguo, se llama Sankofa. Sankofa, Rogitama,
poeta; las tres palabras riman como la pluma y el
poema, como la voz del poeta y su palabra, como las alas
inmensas de Sankofa(es decir el poeta), caminando por los
senderos que desembocan a Rogitama, la patria mítica y
viva de la poesía, de la verticalidad y de la belleza.


4

28 cantos forman este poemario que se abre con Circe y
se cierra con Circe. Circe, la diosa, la maga, la hechicera
que tiene una sola arma: una jabalina que se llama Amor,
es decir, ‘la única razón suspendida en el aire de las cosas’,
nos dice, como si fuera jugando al escondite con las
imagenes y las palabras, nuestro Sankofa Winston Morales
Chavarro.


5


Conocimos a Aniquirona, Schuaima, Alexander de Brucco
y otras creaciones oníricas de Winston. Aquí en este
Odiseo, lo onírico y la realidad se mezclan, se funden para
dibujar por completo las dos caras del amor: real e imanigaria,
carnal e ideal, limitada y cósmica, física y espiritual.


6


El Camino hacia Rogitama es un camino hacia y dentro
del amor a través de las hazañas de todos estos héroes
que han recibido el ‘beso de la muerte’ pero que son vivos
porque desde la antigüedad hasta el Odiseo de Homero,
desde Homero hasta hoy, han reaparecido en la voz del
poeta Winston Morales Chavarro, vestidos de la luz del
amor que hasta hoy estaban escondidos en sus actos y sus
luchas. Hoy el amor brilla en cada palabra del Sankofa y
cada palabra de este poemario es como una madreperla
que el lector debe reblandecer con el fuego del entusiasmo
y romper con los martillazos del éxtasis tan querido por
los platónicos.


7


El autor de ‘Camino a Rogitama’ ha oido los murmullos
de los siglos que soñaban en los anales de la memoria y
les ha dado una nueva belleza. ¡La belleza! Por el poeta,
la belleza es esta puerta de la perfección cuya llave es el
amor. El amor, todavía el amor, siempre el amor. Esta palabra
y sus variaciones aparecen al menos y a manera de
invocación mágica 55 veces a lo largo de este poemario,
paseando al lado de nuestros héroes. Winston Morales les
nombra poema tras poema: Circe, Orfeo, Hercules, Ulises,
Midas, Eros, Prometeo... Todos siendo combatientes
y buscadores del amor. Se puede añadir Circe-amor, Orfeoamor,
Hercules-amor...


8

Se ve que la memoria es un pretexto para atravesar los siglos
y la palabra con el amor, este hilo de Ariadna que enlaza
el pasado y el futuro, que reúne todas las épocas en una
sola. Solo cambian los colores. Aquí el autor nos recuerda
que ‘todo es viejo en el amor’, allí nos dice que ‘es mentira
que el amor se nutra de lo nuevo’. Y allá, podemos también
leer en algun ángulo, como si fuéramos viajeros recogiendo
flores, ‘el amor es blanco’. Blanco como los pergaminos
del poeta esperando los besos de la inspiración; blanco
como la eternidad que no puede mancharse, cumplirse.


9

La sed de vivir canta en cada verso. El más triste… como
el más poderoso; el más liviano como el más perfumado. A
pesar de la relatividad de las cosas que nos impone Cronos.
A pesar de todas las trampas del viaje terreno o iniciático.
A pesar de las imposturas del camino, uno se siente ‘el
pecador feliz de su destierro’, que nunca no se detenga y
uno camina tras Apolo que repite sin descansarse, ‘Vamos,
[…] Vamos por la vida’, como el pájaro Sankofa.


10


Y como el amor regresa siempre −Es Winston Morales
Chavarro que lo subraya, el amor empieza y acaba todo,
fertiliza la boca, teje los sexos y culmina en el orgasmo
que se sirve del cuerpo como instrumento para regocijarse,
para vencer, para alcanzar a lo metafísico, para beber la
embriaguez de lo místico. De todos modos hace falta que
superemos las retóricas porque ‘De ahora en adelante estaremos
condenados a ser uno solo’ nos lanza Winston en
una escritura pura, franca, y sin sobras.


11


Una vez en el Camino de Winston Morales Chavarro no es
posible detenerse. La muerte misma aparece como un paso
iluminado por el amor. A veces ambos se confunden. El poeta
habla de manera magistral: ‘el amor y la muerte son como
un río que no termina de fluir’. En el último poema, Circe,
que sigue cantando desde el primer verso comprueba con
nosotros,‘ de nuevo el amor’. Nunca el odiseo del amor se
acabará. Por supuesto el pájaro Sankofa sigue recorriendo el
vacío y el amor no es una línea recta: es un círculo.

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