domingo, 2 de diciembre de 2007

Cronológica




Winston Morales Chavarro


Sólo hay una forma de asumir el tiempo; lo que creemos es el tiempo.

El lapso de horas, estación de minutos humanos, lo que concebimos de esas temporalidades físicas, exactas, definidas, se perciben, a través de los sentidos, de una forma lineal, ascendente.

No es posible un tiempo sin tiempo –en la mente del hombre- un tiempo lleno de curvas, desprendido del hombre.

El tiempo es, siempre es, nunca será, tampoco fue.

El tiempo es.

Está por encima de consideraciones, limitaciones, demarcaciones.

Existe, más allá de todo, vibra, se mueve, gravita.

El tiempo terrestre es un tiempo aburrido, siempre en contraste con una física cuántica, relativista.

El tiempo es regresivo, siempre hacia atrás. Cosecho luego siembro, debería de haber promulgado Descartes.

La siembra, sus semillas, dependen de lo recogido, de lo almacenado.

El tiempo, viejo como la muerte, anciano en el tobogán de la memoria, siempre hacia atrás, en regreso.

La música, aquellas canciones de Joao Gilberto, son primero en la memoria, reverberaciones acústicas de un cuerpo mental.

Luego viene la mano, la guitarra, el pulso, el sonido. El tiempo fue.

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